Este es un capítulo de La historia de los griegos (original: The Story of the Greeks, de Hélène Adeline Guerber), traducido y narrado por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
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Beocia había quedado libre de la Esfinge, y, cuando los tebanos tuvieron noticia de su muerte, recibieron a Edipo con gran alegría. En recompensa por su bravura, le dieron no solo el trono, sino también la mano de Yocasta, la reina viuda. Fue de esta forma como Edipo, aunque no lo sabía, cumplió la segunda parte de la profecía al casarse con su propia madre.
Pasaron varios años, durante los cuales Edipo gobernó sobre los tebanos tan sabiamente que todos lo amaban y acudían a él para solucionar todos sus problemas. Pero finalmente acabaron los buenos tiempos, y la gente volvió a estar aterrorizada, pues estalló una gran peste en la ciudad, y muchos de los habitantes murieron.
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Probaron todo tipo de medicinas, pero sin resultado, y les pedían a todos los dioses que los socorrieran. Desesperado, Edipo envió un mensajero a Delfos para preguntarle al oráculo cómo podía poner fin a la enfermedad. El oráculo, por una vez, dio una respuesta clara, pues dijo que la peste solo pararía cuando se encontrara y castigara al asesino de Layo.
Esta fue la primera vez que se investigó la muerte de Layo, y se averiguó que había sido Edipo el que había matado al rey. Al mismo tiempo, el sirviente confesó que no había matado al bebé de los reyes, y el pastor contó cómo había encontrado al bebé y lo había llevado a Corinto, donde había sido adoptado por el rey.
Cuando Edipo escuchó todo esto, enloqueció de desesperación, pues ahora sabía no solo que había matado a su padre y se había casado con su madre, sino que además era por su culpa que la peste había acabado con tantas vidas en Tebas.
Ante el horror y el pesar del descubrimiento, la reina Yocasta se suicidó. Cuando Edipo se enteró del suceso, fue corriendo a la habitación donde yacía muerta, tomó uno de los broches con los que la reina se aseguraba el vestido y se sacó los ojos con él, diciendo que, puesto que habían contemplado una visión tan penosa, no habían de volver a ver la luz del día.
Para librar la ciudad de su maldita presencia y de esa forma, con suerte, salvarla de la amenaza de la destrucción, Edipo se desterró a sí mismo y se marchó viejo, ciego y pobre, pues no quería llevarse ninguna de sus riquezas con él.
Histori(et)as de griegos y romanos

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Partió penosamente, dejando su reino a sus dos hijos, Etéocles y Polinices, y les dijo que cuidaran de sus hermanas, Antígona e Ismene.
Ismene lloró amargamente al despedirse de su padre, pero Antígona se puso la mano de su padre en el hombro y dijo que no lo dejaría solo, por lo que dejó la ciudad junto a su padre, al que iba guiando.
Padre e hija vagaron de esta forma de un sitio a otro, sin encontrar descanso, pues todo el mundo se amilanaba ante la sola presencia de Edipo, quien, según decían, había sido obviamente maldecido por los dioses, dado que había cometido tan terribles crímenes.
Tras muchos días de deambular y mucha fatiga, los exiliados llegaron finalmente a un oscuro bosque consagrado a las Erinias, las diosas cuyo propósito era castigar a los criminales atormentándolos toda su vida e incluso más allá.
Cuando Antígona le describió a su pobre y ciego padre el lugar al que habían llegado, él le mandó que se quedara fuera, y él entró a tientas y pronto desapareció. Apenas se había adentrado cuando se levantó una terrible tormenta. El aire se oscureció, brillaron relámpagos, se oyeron truenos, los árboles se movían por el viento, y, aunque Antígona llamó a su padre una y otra vez, no oyó ninguna respuesta.
Al llegar la mañana, fue a buscarlo, pero no encontró ni rastro de él. Entonces, la gente de los alrededores le dijeron que las Erinias se habían llevado a su padre para castigarlo por sus crímenes, y Antígona volvió triste a Tebas.
En cuanto llegó a la ciudad, Antígona se dirigió al palacio para contarles a sus hermanos y a su hermana la triste muerte de su padre, pero cuando entró en la casa, que una vez había sido dichosa, averiguó que había cosas más tristes que la muerte, pues sus hermanos ya no se querían, sino que habían comenzado una terrible disputa.
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En esta entrada aparecen los siguientes personajes y acontecimientos del mundo clásico. Tienes más contenidos sobre ellos: Antígona, Edipo, Erinias, Etéocles, Ismene, Polinices, Yocasta, asesinato de Layo, ceguedad de Edipo, disputa de Etéocles y Polinices, exilio de Edipo, oráculos, peste de Tebas.