Este es un capítulo de La historia de los griegos (original: The Story of the Greeks, de Hélène Adeline Guerber), traducido y narrado por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
También en formato pódcast. ¡Apúntate a los demás pódcast de humanidades!
En los tiempos del tirano Dionisio de Siracusa vivían dos jóvenes llamados Damón y Fintias. Eran tan buenos amigos que era raro ver a uno sin el otro.
Ocurrió que Fintias, por alguna razón, encolerizó al tirano, que lo metió en la cárcel y lo condenó a morir al cabo de unos pocos días. Al enterarse Damón, estaba desesperado y trató en vano de que perdonaran y liberaran a su amigo.
Aprende latín y griego antiguo desde cero al mejor precio con esta oportunidad única. Aprovecha el combo latín & griego antiguo por 399 € para siempre.
Accede a las futuras ampliaciones con textos largos, actividades concretas, etc. Un solo pago, acceso para siempre, sin suscripciones recurrentes.
La madre de Fintias era muy anciana y vivía lejos de Siracusa con su hermana. Al joven, viendo que le quedaba poco tiempo, lo atormentaba la idea de dejar a su madre casi sola en el mundo. En un encuentro con su amigo Damón, Fintias le dijo con pesar que moriría más tranquilo si pudiera despedirse de su madre y encontrar un marido para su hermana.
Damón, queriendo cumplir el último deseo de su amigo, fue ante el tirano y le propuso intercambiarse por Fintias para hacer de rehén mientras este cumplía con su madre y su hermana.
Dionisio había oído hablar de la gran amistad de Damón y Fintias y los odiaba por el simple hecho de que fueran buenos y felices; aun así, les permitió que se intercambiaran, advirtiéndoles de que, si Fintias no volvía a tiempo, Damón moriría en su lugar.
Al principio Fintias se negó a que su amigo arriesgara su vida por él, pero finalmente aceptó, prometiendo que regresaría lo antes posible para volver a cumplir su sentencia. Fintias, pues, fue corriendo con su familia, encontró un marido para su hermana y se despidió de su madre, y entonces se dispuso a volver a Siracusa.
El joven iba viajando solo a pie. Cayó en manos de unos ladrones, que lo ataron a un árbol, y solo tras varias horas de desesperado forcejeo logró volver a liberarse y continuar su regreso a Siracusa.
Iba corriendo tanto como podía para compensar el tiempo que había perdido, y entonces llegó ante un arroyo. A la ida lo había cruzado con facilidad, pero ahora su caudal había crecido hasta convertirse en un furioso torrente en el que nadie se habría atrevido a entrar.
A pesar del peligro, Fintias se metió en el agua y, envalentonado por el temor de que su amigo acabara muriendo en su lugar, logró cruzar a la otra orilla, aunque exhausto.
Pese a todo, Fintias continuó su camino hacia Siracusa, aunque el camino que le quedaba por delante era una llanura azotada por los rayos del sol y la ardiente arena le quemaba los pies. Aun así siguió tan rápido como sus agotados pies le permitían, pues el sol iba poniéndose, y sabía que su amigo moriría si no llegaba a Siracusa antes de la noche.
Mientras tanto, Dionisio se había estado divirtiendo burlándose de Damón, diciéndole todo el rato que había sido un necio al arriesgar su vida por un amigo, por mucho que lo quisiera. Para encolerizarlo, también le decía que seguro que Fintias estaba muy contento de haber escapado a la muerte y que sin duda se esforzaría en no volver a tiempo.
Histori(et)as de griegos y romanos

Lo más probable es que ames el latín, el griego, el mundo clásico en general...
Si te gustan los griegos y romanos, el mundo antiguo y las historias, historietas y anécdotas… tengo histori(et)as de griegos y romanos para ti.
Cada día recibirás un correo con una histori(et)a de griegos al principio y más tarde de romanos. Las lees en menos de cinco minutos.
Damón, que sabía de la bondad y afección de su amigo, recibía aquellos comentarios con el desprecio que merecían, y repetía una y otra vez que sabía que Fintias no faltaría a su palabra, y que volvería a tiempo si no era por algún imprevisto.
Llegó finalmente el momento. Los guardas llevaron a Damón al lugar donde lo iban a crucificar, y él volvió a asegurar que tenía fe en su amigo, aunque deseaba que efectivamente volviera tarde para así poder salvarse, incluso si era a costa de su propia vida.
Justo cuando los guardas estaban a punto de clavar a Damón en la cruz, Fintias apareció pálido, lleno de sangre y con la ropa rota, con los brazos extendidos hacia su amigo con un gemido de alivio. Ahora por primera vez Damón se quedó pálido y comenzó a llorar de tristeza.

Más sobre Damón y Fintias, Damón, Dionisio de Siracusa, Fintias
En unas pocas palabras, Fintias explicó el motivo de su retraso y, desatándole las ataduras de las manos a su amigo, les dijo a los guardias que lo ataran a él.
Dionisio, que había acudido a contemplar la ejecución, se conmovió tanto por aquel gesto de amistad que por una vez se olvidó de su crueldad y dejó que los dos jóvenes se marcharan libres, diciendo que no habría creído que tal devoción fuera posible si no hubiera visto aquello con sus propios ojos.
Esta amistad, que le ablandó el corazón al tirano e hizo que hasta a los verdugos se les saltaran las lágrimas, es proverbial, y cuando dos hombres son amigos inseparables se los compara con Damón y Fintias, cuya historia ha sido representada a menudo por poetas y artistas.
Siguiente: La espada de Damocles →
Más sobre estos personajes y acontecimientos
En esta entrada aparecen los siguientes personajes y acontecimientos del mundo clásico. Tienes más contenidos sobre ellos: Damón, Dionisio de Siracusa, Fintias, Damón y Fintias, grandes amistades.