Este es un capítulo de La historia de los griegos (original: The Story of the Greeks, de Hélène Adeline Guerber), traducido y narrado por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
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Al noroeste de Esparta, en la región de Élide y en la ciudad de Olimpia, levantaron un hermoso templo para adorar a Zeus, el dios más importante de los griegos. Se decía que este templo lo había construido Heracles, el gran héroe del que, como dijimos, todos los Heraclidas decían ser descendientes.
Según las leyendas, Heracles era uno de los hijos del dios Zeus, y había ordenado que se celebrara allí cada cuatro años un gran festival en honor a su padre divino.
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Para atraer a todos los pueblos vecinos al templo en Olimpia, Heracles inauguró muchos juegos atléticos como la lucha, el lanzamiento de peso y jabalina, carreras a pie, a caballo y de carros, boxeo, natación, y más.
El propio Heracles estuvo presente en el primero de estos festivales, e hizo de árbitro de los juegos, premiando a los vencedores con coronas de hojas de olivo silvestre. Esta costumbre se había conservado desde entonces, y los jóvenes griegos consideraban esta humilde corona el mejor trofeo que podían ganar.
Como los espartanos eran fantásticos atletas, no tardaron en tomar buena parte en los juegos olímpicos y ganar la mayoría de los premios, y reivindicaron para sí el honor de defender el templo de Olimpia durante los momentos de peligro.
Toda la gente que iba a Olimpia a presenciar los juegos hacía alguna ofrenda ante los altares, de modo que el templo llegó a ser bien conocido por su belleza y riqueza. Los pintores y escultores, además, lo adornaban más con muestras de sus habilidades, y no tardó en concentrar numerosas obras maestras.

Más sobre Zeus
La más importante de todas era la estatua de Zeus, que era trabajo del renombrado escultor Fidias. Esta estatua tenía más de quince metros de altura; y, mientras que el propio dios estaba tallado del más puro marfil blanco, su cabello, barba y ropa estaban hechas de oro, y sus ojos, de piedras preciosas.
El templo y la arboleda también estaban adornados con muchísimas estatuas que representaban a los demás dioses y a los ganadores de los juegos, pues la costumbre era colocar una estatua a tamaño real de cada uno de ellos en aquel hermoso lugar.
Durante la celebración de los juegos olímpicos se ofrecían muchos sacrificios a los dioses, y había muchas procesiones religiosas en su honor. Los poetas y artistas, además de los atletas, tenían la costumbre de acudir hasta allí en cada ocasión, pues había concursos de poesía y música, y la gente deseaba oír y ver todas las nuevas obras.
Histori(et)as de griegos y romanos

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Por tanto, entre unos juegos y otros, los poetas recitaban sus poemas, los músicos cantaban sus canciones, los historiadores leían sus historias, y los contadores de relatos relataban sus mejores cuentos, todo para el disfrute de la gran multitud que había ido hasta allí desde todas partes de Grecia, e incluso desde las costas de Italia y Asia Menor.
Como los juegos se celebraban cada cuatro años, la gente estaba deseando con ansia que llegara el momento, y pronto llegaron incluso a calcular los años a partir de ellos. Por tanto, era normal decir que tal o cual cosa había ocurrido en el primer, segundo o tercer año de la quinta, décima o decimoséptima olimpiada, según fuera el caso.
Pronto incluso los historiadores empezaron a usar esta forma de datar los acontecimientos importantes, y, al contar cuatro años por cada olimpiada, como se llamaba el tiempo entre juegos, podemos saber con exactitud cuándo tuvieron lugar los principales acontecimientos de la historia griega.
Aunque los juegos olímpicos probablemente se celebraron muchas veces antes de que empezara a usarse este sistema, y antes de que empezaran a guardarse registros, podemos remontarnos hasta el 774 a. C.
Durante mil años tras eso, el nombre de cada vencedor se escribía con cuidado, y tan solo unos trescientos años después de Cristo pararon los registros olímpicos. Luego se dio por terminada la celebración de los juegos, para gran pesar de todos los griegos.
Se hicieron varios intentos de revivir los juegos, pero todos fueron infructuosos hasta que el rey de Grecia logró volver a instaurarlos en 1896. Aquel año se celebró un gran festival, no en Olimpia, sino en la ciudad de Atenas.
Además de algunos de los juegos griegos tradicionales, había carreras con bicicletas, salto de vallas, campeonatos de tiro y competiciones de salto. Gente de todas partes del mundo fueron a verlos en grandes números tal y como iban a Olimpia en la Antigüedad.
Los vencedores de los juegos, que pertenecían a muchas naciones diferentes, recibieron medallas y coronas de hojas de olivo y laurel, pero la gente no usaba ya coronas de flores como antiguamente, ni se hacía sacrificios a los antiguos dioses, pues hacía ya mucho tiempo que Grecia es un país cristiano.
Más sobre estos personajes y acontecimientos
En esta entrada aparecen los siguientes personajes y acontecimientos del mundo clásico. Tienes más contenidos sobre ellos: Fidias, Heracles, Zeus, Juegos Olímpicos.