Este es un capítulo de La historia de los romanos (original: The Story of the Romans, de Hélène Adeline Guerber), traducido y narrado por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
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Tarquino tuvo que luchar en muchas guerras durante su reinado. Una vez se llevó a casa a una prisionera, que entregó a su mujer como sirvienta. Esto no era nada inusual, pues los romanos solían hacer esclavos a los prisioneros de guerra, que se veían obligados a pasar el resto de su vida sirviendo a los vencedores.
Poco después de su llegada a la casa de Tarquino, esta mujer dio a luz a un niño; y Tanaquil, al ver al bebé un día, se sorprendió al ver una llama sobre su cabeza, pero que no lo quemaba. Tanaquil era muy supersticiosa y creía poder averiguar el significado de cada señal. Al momento exclamó que sabía que el niño estaba destinado a grandes cosas, y lo adoptó como su propio hijo y lo llamó Servio Tulio.
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El hijo de la esclava creció en la casa del rey, y cuando ya fue adulto se casó con la hija de Tanaquil. Este matrimonio disgustó sobremanera a los hijos de Anco Marcio. Los jóvenes príncipes tenían la esperanza de ser elegidos reyes en cuanto muriera Tarquino, pero veían que Servio Tulio siempre tenía preferencia en todo. Empezaron a temer que fuera a heredar el trono, y no tardaron en cogerle manía.
Para evitar que Servio llegara a ser rey, resolvieron deshacerse de Tarquino y tomar posesión de la corona antes de que su rival tuviera ninguna oportunidad de adelantárseles. Contrataron a un asesino para matar al rey, y, en cuanto tuvo una buena ocasión, se infiltró en el palacio y atacó a Tarquino con una hachuela.
Mientras el asesino huía, Tarquino se derrumbó en el suelo; pero, a pesar del repentino intento de asesinato de su marido, Tanaquil no perdió la compostura. Al momento lo puso en un banco, donde murió poco después. Entonces envió un mensaje al senado: que Tarquino estaba gravemente herido, y que deseaba que Servio gobernara en su lugar hasta que se recuperara.
Tanaquil controló la situación tan habilidosamente que nadie sospechó que el rey estuviera muerto. Los hijos de Anco Marcio huyeron de Roma cuando oyeron que Tarquino solo estaba herido, y durante su ausencia Servio Tulio gobernó a los romanos más de un mes.
Fue tan sabio y diligente en todas las gestiones con el pueblo que lo eligieron sexto rey de Roma cuando finalmente se enteraron de que Tarquino había muerto. De esta forma, los dos malvados príncipes perdieron el derecho al reino que habían tratado de obtener por medio de un crimen tan ruin como el asesinato.