Si trabajas de forma honrada, te evitarás que te reprendan.
Cierto día se trabó una descomunal disputa entre una hormiga y una mosca que por casualidad se encontraron paseando.
—¡Cómo osas compararte conmigo, miserable! —gritaba la mosca a la hormiga—. Yo me embriago con el perfume del incienso en las bóvedas sagradas; huello con mi planta los altares y los tronos; descanso en la corona de los reyes; y beso el labio de las matronas más honestas. Gozo de todo, en fin, sin trabajar nunca. ¿Puedes tú decir otro tanto?
La hormiga tímidamente contestó:
—Sin duda alguna que es loable asistir a los templos, pero ¿acaso te convidan a esas ceremonias a que asistes? Yo lo que veo es que no te echan de allí porque no pueden. Me hablas de reyes y de matronas: yo lo que veo es que se desesperan de tenerte encima. Me dices que huellas altares y tronos: yo lo que veo con frecuencia es que andas entre inmundicias y animales muertos. Verdad es que no trabajas, pero ¿qué te sucede cuando llega el frío? Me insultas en el verano mientras yo, codiciosa, acarreo mi trigo; pero recuerda que en el invierno, cuando tú te secas y te mueres, yo me solazo sana y libre en medio de una dichosa abundancia. Tú eres el parásito: yo soy el trabajador.
Moraleja
Esta fábula señala las diferencias entre los que se sobrevaloran y vanaglorian por falsos méritos y los que con su esfuerzo real procuran el bien.
Información sobre esta fábula
La fábula de «La hormiga y la mosca» está atribuida a Esopo (pero recuerda que la autoría de muchas fábulas es dudosa, a menudo imposible de demostrar y frecuentemente un mismo tema ha sido elaborado por varios fabulistas de diversas épocas).
Protagonistas (animales, personajes u objetos recurrentes en las fábulas):
Temática(s):