No es suficiente creer algo si no es realmente posible.
Miraba una rana a un buey que pacía en el verde prado, y le acometió la insensata soberbia de ser tan grande como él:
—Inflándome —decía la rana— llegaré a su tamaño o acaso más: ¿qué privilegio tiene ese animaluco de que carezca yo?
Se infló, en efecto, y, llamando a sus hijos, les preguntó si les parecía mayor que el buey. Los hijos, con humildad, contestaron negativamente. Por segunda vez, y empleando más fuerza, estiró su piel la rana cuanto pudo y, volviendo a preguntar a los ranillos, obtuvo la misma respuesta: el buey era más grande todavía.
Furiosa entonces la rana, hizo un supremo esfuerzo, con tal ímpetu de vanidad que reventó en mil pedazos.
Ni aun así fue nunca tan grande como el buey.
Moraleja
Entre el la soberbia, la envidia y la ambición, los hombres consideran ser más de lo que son, y consideran que otros son menos, y este tumor se hincha hasta que finalmente hace que reviente todo.
Información sobre esta fábula
La fábula de «La rana y el buey» está atribuida a Esopo (pero recuerda que la autoría de muchas fábulas es dudosa, a menudo imposible de demostrar y frecuentemente un mismo tema ha sido elaborado por varios fabulistas de diversas épocas).
Protagonistas (animales, personajes u objetos recurrentes en las fábulas):
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