A continuación tienes una de las odas de Píndaro, traducidas en verso (1883) por Ignacio Montes de Oca y Obregón (1840-1921).
A Ergóteles de Himera, vencedor en la carrera larga
Salvadora deidad, prole divina
de Jove soberano, alma Fortuna!
Oye mis ruegos y la frente inclina
de Himera a la ciudad, de fuertes cuna.
En el piélago tú las naves riges;
de ti depende la violenta guerra;
las sabias asambleas tú diriges
que leyes dictan a la muda tierra.
Giran en tanto, con errado vuelo,
humanas esperanzas e ilusiones,
ya rastreras tocando el bajo suelo,
ya del éter subiendo a las regiones.
Nunca de las edades venideras
el cielo concedió signo seguro:
las tinieblas romper en vano esperas,
triste mortal, del porvenir oscuro.
Mil veces contra próspero presagio
repentino dolor turba el contento;
y al que amenaza próximo naufragio
viene a alegrar la calma en un momento.
¡Hijo de Filanor! Cual gallo altivo
que al honroso palenque no se lanza
y apenas puede en el corral nativo
oscura muestra dar de su pujanza.
De tu paterno hogar así a la lumbre
marchitado se habrían tus laureles,
ni del honor llegara a la alta cumbre
tú pie veloz, envidia de corceles,
si a la isla do naciste, por ventura,
popular sedición y riña fiera
no te arrancaran, y a la vida oscura,
¡oh, Ergóteles, sin par en la carrera!
Hoy te corona Olimpia; ya el ilustre
Istmo y Pitona ornáronte la frente;
tu nueva patria te celebra, y lustre
das de las ninfas a la tibia fuente.
Notas a la oda duodécima
Dedicada a Ergóteles, natural de Cnoso, en Creta, y vecino de Himera, en Sicilia, desde la sedición en que tomó parte y lo obligó a expatriarse. Fue vencedor en la carrera larga (es decir, recorriendo doce veces el estadio; o, según Suidas, veinticuatro veces) en la olimpiada 77, año 1, 472 a. C. Fue cantada en Himera, en el templo de la Fortuna.
- De Jove soberano.— Perdóneme el lector por haber omitido, no permitiéndomelo el metro, el epíteto de Libertador, que aquí da el autor a Zeus, y que le conviene admirablemente, ya por haber libertado a Ergóteles de los peligros que corrió en Creta, ya en memoria de la derrota que los persas sufrieron en Platea, en Beocia.
- Cual gallo altivo, etc.— Lo que aquí expreso en una estrofa entera, Píndaro lo dice con una sola palabra: ἐνδομάχας. Las monedas de Himera tenían estampado un gallo, y naturalmente ocurrió al poeta esta bellísima comparación.
- Das de las ninfas a la tibia fuente.— Cuando Heracles llevaba por Sicilia las vacas de Gerión, Atenea hizo brotar esta fuente, cerca de Himera, para alivio del fatigado semidiós.