Tirteo fue un poeta ateniense que, sin embargo, floreció artísticamente en Esparta en la segunda mitad del siglo VII a. C. Más sobre él.
A continuación tienes las traducciones, en verso y prosa, de José del Castillo y Ayensa (1795-1861) publicadas en 1832, por tanto en dominio público. La versión en verso me limito a transcribirla tal cual, solo modernizando ortografía y puntuación; en la versión en prosa me permito, además, hacer alguna mínima modificación (p. ej. nombres griegos en lugar de romanos).
Canto I
En verso
¡Oh, qué bello es morir por la querida
patria! Varón, en los combates fuerte,
con los primeros expondrás tu vida.¿Mendigando infeliz quisieras verte?
¿Del que abandona su natal campaña
no sabes, no, la desdichada suerte?Desamparado vaga en tierra extraña;
los hijos, la mujer, el padre anciano,
familia desolada, le acompaña.Le aborrecen do quier, y clama en vano;
de la indigencia al peso ya caído,
nadie le prestará piadosa mano.Que afrentó su linaje y ha perdido
hasta las nobles formas del semblante,
y su infamia y su mal ha merecido.¡Oh, destino cruel del hombre errante!
No el desdichado habrá ningún consuelo,
ni respeto, ni gloria en adelante.Tú a la batalla por el patrio suelo
valiente corre, y por tus hijos muere;
deja de infame vida el torpe anhelo.Mantén la fila y, denodado, hiere;
mantenla firme; oprobio a aquel cobarde
que a la fuga en la lid principio diere.Iras pon en tu pecho, en iras arde;
con hombres las habrás en la pelea;
no el amor de la vida te acobarde.El anciano aguerrido no se vea
por ti con mengua tuya abandonado,
que su rodilla débil ya flaquea.¿Vergüenza no será que atropellado
yazga a tus ojos al primer momento
de sienes ya rugosas el soldado?Allí en el polvo, mírale, sangriento
su cabello nevado y barba cana,
yace exhalando el animoso aliento.Nudo su cuerpo, ni de heridas sana
la parte del pudor con mano amiga
cubre el ultraje de la turba insana.¡Espectáculo atroz! ¿Y a la enemiga
hueste no vas? Al joven animoso
morir conviene, juventud le obliga.Saliendo de las lides victorioso
lo acata el hombre, la mujer le quiere;
pero aún es a las bellas más hermoso
si en los primeros batallando muere.
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En prosa
Es hermoso que el varón fuerte que pelea por la patria muera cayendo en la primera fila; pero que mendigue abandonando su ciudad y sus abundosos campos y, vagando con la querida madre y el padre anciano, con los hijos pequeñuelos y la tierna esposa, es la mayor de todas las desventuras, porque se hace odioso a aquellos a quienes va, sometiéndose a la indigencia y a la triste pobreza, y afrenta su linaje y afea la hermosura del rosotro, y toda deshonra y calamidad le acompaña. Del hombre que así vaga ningún caso se hace, ni se le vuelve a honrar jamás.
Peleemos con valor por esta patria y muramos por los hijos, sin cuidarnos en manera alguna, ¡oh, jóvenes!, de la vida. Combatid empero estrechos unos con otros, y no comencéis medrosos la vergonzosa fuga. Antes bien, poned en el ánimo grande y poderoso coraje, y despreciad la existencia para pelear con hombres.
A los viejos veteranos, cuyas rodillas son ya torpes, no los dejéis abandonados, porque es vergüenza que en la primera fila yazga caído ante los jóvenes el varón anciano, el que ya tiene cana la cabeza y blanca la barba, exhalando el fuerte espíritu en el polvo, ocultando con sus amigas manos las vergüenzas ensangrentadas (cosa torpe, indigna de mirarse), y el cuerpo desnudado.
Mas a los jóvenes todo está bien, mientras conservan la hermosa flor de la juventud. Al joven que se salva gustan los hombres de verlo, y las mujeres, de amarlo; pero es hermoso cayendo en la primera fila.
Canto II
En verso
Ánimo, raza del invicto Alcides;
mírate, fausto Jove, en su alta cumbre;
¿y tú salir al campo no decides?No temas la enemiga muchedumbre,
no tiembles: quien embraza fuerte escudo
solo debe temer la servidumbre.Carga odiosa es la vida; a ti el sañudo
hado de muerte tan amable sea
como la luz del sol amarse pudo.¡Cuánta gloria, mancebo, te acarrea
hazaña digna del sangriento Marte!
¡Cuán terrible es el dios en la pelea!Bien lo sabes, a fe, que en una parte,
si tu ejército vence, derrotado
es en otra, y huyendo se reparte.Del estrecho escuadrón que avanza osado
a la hueste enemiga, pocos mueren
y, muriendo, a los suyos han salvado.Aquellos que en la lid no resistieren
hostil encuentro, tímidos varones,
una afrentosa esclavitud prefieren.¡Guerreros!, agotando sus razones,
¿quién bastará a decir el gran tormento
del que sufre la infamia y los baldones?¡Mísero joven, al fatal momento
que huyere del combate! Ya le alcanza,
le hiere por detrás hierro violento.Cadáver en el polvo, mientra avanza
orgulloso el contrario, infame queda,
rota la espalda al bote de su lanza.No, que ignominia tal no te suceda.
Da un paso y ¡firme! clávate en el suelo,
muérdete el labio, y tu furor no ceda.Aguarda el duro choque sin recelo:
un ancho y grueso escudo te defiende,
que de los dardos para el raudo vuelo.Pero la diestra mano es la que ofende:
blande tu lanza y el penacho altivo
sacude, y corre, y las falanges hiende.Con señalados hechos en el vivo
combate se acredita el buen guerrero,
y entre los dardos discurriendo activo.Llega a las manos y descarga fiero
sobre algún enemigo el ancha espada,
y a tu campo lo lleva prisionero.O bien la lucha singular trabada,
oponle pies a pies, escudo a escudo,
y tu fuerte celada a su celada.Y estréchate a su pecho y del membrudo
brazo su lanza desprender procura,
o cógele del pomo el hierro agudo.Mas antes guarde formación segura
todo escuadrón: de escudos guarecido
el de ligera y fácil armadura.Y a la nube de piedras escondido,
dardos sin fin al enemigo aseste;
y siempre amparador y protegido,
esté detrás de la pesada hueste.
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En prosa
Puesto que sois el linaje del invicto Heracles, cobrad ánimo: aún no tiene Zeus vuelta su cerviz. No temáis, no os asuste la muchedumbre de contrarios. Recto tenga su escudo el varón contra los enemigos, odiando la vida y amando los negros destinos de la muerte como los rayos del sol.
Porque sabéis cuán ilustres son los hechos del luctuoso Ares y conocéis bien el furor de la pesada guerra, y habéis sido de los fugitivos y de los perseguidores, ¡oh, jóvenes!, y de ambas cosas quedasteis hartos, pues los que, sin perder la formación osan arrojarse a la batalla y a los primeros escuadrones, mueren en corto número y salvan las tropas que tienen detrás; mas en los que tiemblan toda virtud perece.
Nadie, hablando de estas cosas, bastaría a decir cuantos males sobrevienen al hombre una vez que sufre la deshonra. Es difícil ciertamente llegar a herir por detrás del pecho al hombre que huye de la enemiga refriega; pero ¡cuán vergonzoso es que yazga muerto en el polvo, pasado por la espalda con el hierro de la lanza!
Estad bien abiertos, afirmando ambos pies en la tierra, mordiendo el labio con los dientes, cubriendo con la redondez del anchísimo escudo desde la piernas y los muslos hasta el pecho y los hombros; y blandiendo en la mano derecha una robusta lanza, agitad en la cabeza el terrible penacho.
Haciendo grandes hazañas se aprende a pelear: no esté fuera de los dardos quien tiene escudo; mas acérquese, entre en la pelea, y con la grave lanza o al golpe de su espada mate un enemigo. Y poniendo pies con pies, y levantando escudo contra escudo, penacho contra penacho, morrión contra morrión, y pecho a pecho, pelee agitado con un contrario, cogiéndole o el puño de la espada o la pesada lanza.
Vosotros, empero, armados a la ligera, resguardados los unos bajo los escudos de los otros, derribad con grandes piedras y disparad dardos agudos, permaneciendo cerca de los hoplitas.
Canto III
En verso
No el de robustos pies, que la victoria
consiga en el luchar, nombrado sea,
ni de él se haga la menor memoria.Así tenga la talla ciclopea,
y el muscular poder; así delante
del aquilón corriendo se le vea;así más bello el juvenil semblante
nos muestre que Titón, y su tesoro
al del avaro Midas se adelante.Si es tan dulce en su acento y tan sonoro
como Adrasto, y cual Pélope si alcanza
tanto regio poder, tanto decoro,si el más glorioso fuere, mi alabanza
no entre los hombres llevará primero,
como le falte la marcial pujanza.La lleve el impertérrito guerrero
que se arroja valiente al enemigo,
ni en medio tiembla del estrago fiero.Esto es valor; en el valor te digo
que el alto premio está de los varones,
y el valor es del joven más amigo.¡A tu cara ciudad qué lauro pones
a combatir impávido saliendo
en los primeros fuertes escuadrones!Si en tu puesto clavado, conociendo
no haber infamia que a la fuga iguale,
grata ofrenda del alma estás haciendo.Si tu ardor entre todos sobresale,
si animas a morir al de tu lado,
tú eres el hombre que en batallas vale.Parte, corre veloz al erizado
enemigo escuadrón, rómpelo y sigue,
y atraviesa de dardos el nublado.Caerás, caíste. ¡Oh, gloria! Así consigue
la patria honor; el padre, gran renombre
que el pesar de tu pérdida mitigue.¿Y quién habrá que sin dolor te nombre?
¿Quién tu pecho verá y el ancho escudo
pasado en partes mil, que no se asombre?Lágrimas dan en su lamento agudo
joven y anciano; la ciudad entera
al grave duelo resistir no pudo.Tu envanecida tumba se venera,
tus hijos y tus nietos, tu linaje,
ilustres son hasta la edad postrera.Que no el tiempo voraz con impío ultraje
acabará tu nombre, aunque inclemente
contra tu cuerpo sin cesar trabaje.No muere, no, la fama del valiente
que a mano de Mavorte en la pelea
víctima ha sido de su arrojo ardiente.Mas del hado de muerte libre sea,
……………………………
En prosa
No recuerde yo ni celebre a un hombre por la excelencia de sus pies, ni por el luchar; no, aunque tenga la talla y fuerza de los cíclopes y aventaje corriendo al bóreas tracio; no, aunque tenga más graciosa figura que Titón y sea mucho más rico que Midas y Cíniras; no, aunque sea mayor monarca que Pélope, hijo de Tántalo, y tenga más elocuente lengua que Adrasto; no, aunque tenga la gloria posible, si le falta el valor guerrero.
Porque no es bueno para la guerra el varón que no se atreve a mirar el sangriento estrago y no desea estar cerca de los enemigos. En esto consiste el valor; y siendo este el premio mayor entre los hombres, viene a ser más bello si lo alcanza el mancebo.
Es un bien común a la ciudad y a todo el pueblo que aquel varón que sale en la primera fila permanezca firme, y se olvide enteramente de la torpe fuga, ofreciendo su vida y su alma fuerte, y anime a morir con su presencia al que tiene cerca de sí: este es el varón bueno en la guerra. En un momento desbaratará las erizadas falanges de los enemigos y, afanoso, sostendrá la oleada del combate.
Este, cayendo de los primeros, pierde la vida, mas llenando de gloria la ciudad, al pueblo y a su padre. Pasado el pecho por delante con muchas heridas, y el redondo escudo y la loriga, lo lloran jóvenes y ancianos, y con grave sentimiento lo acompaña al sepulcro la ciudad entera.
Y su tumba y sus hijos se hacen ilustres entre los hombres, y los hijos de sus hijos, y toda su descendencia. Su preciada gloria jamás [el escaneado carece de las páginas 210 y 211 donde termina la traducción del poema].
Canto IV
En verso
¿Hasta cuándo en vil ocio? ¿Tan sufridos
será, mancebos, que la Grecia os vea?
¿Cuándo alzaréis los ánimos caídos?Ya la comarca toda que os rodea
tiene Mavorte, ¿y la quietud infame
pensáis ilusos que guardada os sea?A las armas volad, la trompa clame;
quien no combata hasta dejar la vida
que sufra la deshonra y vil se llame.A la lid por la patria y la querida
esposa y por los hijos salga el fuerte,
y alcance así la gloria merecida.¿Por qué a los hados temerá? ¿La muerte
no va do quiera al decretado instante?
¿Cómo alejar la inevitable suerte?Al campo, al campo, empuñe la pesante
lanza y junte valor bajo el escudo,
y al trabarse la lid entre delante.Morir no huya: ¿del morir quién pudo,
si ya de un numen inmortal descienda,
al destino escapar fiero y sañudo?¿Cuántos huyendo la marcial contienda
y el silbo de los dardos, de su techo
hallaron al umbral la muerte horrenda?Muere el cobarde sin algún derecho
de popular amor; murió el valiente
y el pueblo gime en lágrimas deshecho.Si de la lid se salva, reverente
la acata semidiós, y él sobresale
descollando cual torre entre su gente,
y en hazañas y ardor un pueblo vale.
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En prosa
¿Hasta cuándo estaréis quietos? ¿Y cuándo, jóvenes, tendréis ánimo esforzado? ¿No os avergonzáis por vuestros vecinos, pues tan remisos estáis? ¿Pensáis permanecer en paz cuando la guerra ocupa ya todo el país?
Que ponga bien cada cual su escudo para pelear con los enemigos, y arroje dardos hasta el momento de morir, porque es honrado y ennoblecido el varón que pelea contra los enemigos por la patria, por los hijos y por la tierna esposa.
La muerte ha de venir cuando las parcas lo determinen. Avance, pues, recto cada cual levantando su lanza, y recogiendo bajo el escudo todo el poder de su corazón al comenzarse a trabar la pelea: que no es dado al hombre evitar la muerte fatal, así descienda de progenitores inmortales.
Muchas veces huyendo de los enemigos y apartándose del ruido de los dardos, el hado de la muerte lo sobrecogió en su casa, mas no murió querido ni llorado del pueblo, cuando al que se sacrificó en la batalla lo llora el pequeño y el grande.
Es universal en todo el pueblo el sentimiento por el varón esforzado que ha muerto: y si vive lo comparan dignamente con los semidioses. Lo miran sus hijos como a una torre, porque él solo hace cosas dignas de muchos.
Noticias de Tirteo
Transcripción (casi) literal de las Noticias de Tirteo incluidas en el volumen original. El escaneado está disponible p. ej. aquí.
Tirteo, ateniense, floreció en la olimpiada 23, 684 años antes de Jesucristo. Era por este tiempo en Atenas maestro de gramática, cuando los lacedemonios para la segunda guerra de los mesenios, por disposición del oráculo délfico que habían consultado, pidieron un general a los atenienses.
Estos, bien por desprecio, como algunos quieren, bien, como otros afirman, temiendo el engrandecimiento de sus émulos, escogieron al cojo Tirteo para que los mandase en cumplimiento del oráculo.
El éxito de la guerra fue contrario a las malignas intenciones de los atenienses, pues Tirteo, a pesar de ser nuevo en el arte de pelear y de haber encontrado a los lacedemonios abatidos por reveses anteriores, los inflamó de tal manera con sus versos que, olvidándose de la vida y codiciosos de una muerte gloriosa, pelearon hasta derrotar completamente a los mesenios. Los vencedores manifestaron su agradecimiento, concediendo a Tirteo los derechos de ciudadano, cosa que jamás concedieran los espartanos a ningún extranjero.
Dejó escritos Tirteo, según el testimonio de Suidas, cinco libros de cantos guerreros y una obra de preceptos morales en versos elegíacos. Esta ha perecido, y de los cinco libros solo restan los cortos fragmentos que ahora se traducen, conservados en varios autores del mismo modo que los de Safo. […].
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Notas
Me limito a transcribir (casi) tal cual las notas de Castillo y Ayensa, discutibles y/o superadas hoy en día, por lo que deben ser tomadas como testimoniales, anecdóticas, etc.
Canto I
Verso 6 del texto. He traducido tierna esposa, y debiera traducirse legítima mujer, que es propiamente lo que significa. κουριδίη no es la joven, sino la que nos da hijos, la que tenemos para que nos los dé. Tal significación tiene el siguiente verso de Homero, traducido y doctamente explicado por el señor Hermosilla:
porque yo la prefiero a Clitemnestra,
Homero, Ilíada I.113
mi legítima esposa . . .
Verso 25 del texto. Era costumbre entre los antiguos acudir con las manos a cubrirse las partes pudendas cuando caían, aunque fuese para morir.
Tunc quoque cura fuit partes velare pudendas
Ovidio, Metamorfosis XIII
cum caderet, castique decus servare pudoris.
Canto II
Verso 13 del texto. λαός en su verdadera significación es pueblo, mas aquí, como frecuentemente en Homero, significa tropa de soldados.
Verso 33 del texto. πεπαλημένος. . .
Verso último del texto. πανοπλίταις: hoplitas o soldados de armadura pesada. γυμνῆτες: en latín velites, eran los armados a la ligera; estos formaban detrás de aquellos, y guarecidos con los escudos de los hoplitas, lanzaban dardos y piedras al enemigo.
Canto III
Verso 2 del texto. Excelencia de los pies. Así he traducido literalmente, y debo advertir que por excelencia entiendo aquí la firmeza de los pies en la lucha, no la agilidad de ellos para la carrera. De la presteza en el correr se hace luego cargo Tirteo en el verso 4.º cuando la compara con la del bóreas.
Verso 38 del texto. La traducción literal es esta: Y experimentando muchas delicias, camina hacia el Hades.