Libro quinto

A continuación tienes un libro del Breviario de Eutropio, traducido de forma sumamente literal al español por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.

[1] Mientras la guerra en Numidia contra Yugurta es hecha, los cónsules romanos Marco Manlio y Quinto Cepión por los cimbrios y los teutones y los tugurinos y los ambrones, que eran pueblos de los germanos y los galos, fueron vencidos al lado del río Ródano y con gran matanza; también su campamento y gran parte del ejército perdieron. El temor en Roma fue grande, como apenas en el tiempo de Aníbal en las Guerras Púnicas, de que otra vez los galos a Roma vinieran. Por tanto, Mario, después de la victoria sobre Yugurta, por segunda vez cónsul fue nombrado y la guerra a él contra los cimbros y los teutones le fue encargada. Por tercera vez también a él, y por cuarta, se le dio el consulado, porque la guerra con los cimbros se prolongaba. Pero en el cuarto consulado como colega tuvo a Quinto Lutacio Cátulo. Con los cimbros, así, se enfrentó y en dos combates a doscientos miles de enemigos mató, a ochenta miles capturó y al general de ellos, Teutobodo; a causa de este mérito, estando ausente, por quinta vez cónsul fue nombrado.

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[2] Entretanto los cimbros y los teutones, cuya tropa aún era infinita, hacia Italia atravesaron. Nuevamente por parte de Gayo Mario y Quinto Cátulo contra ellos se luchó, pero por parte de Cátulo más dichosamente. En efecto, en el combate que a la vez ambos llevaron a cabo, ciento cuarenta mil o en la lucha o en la huida fueron muertos; sesenta mil capturados. Los soldados romanos de uno y otro ejército, trescientos murieron. Trescientas tres enseñas a los cimbros fueron arrebatadas; de éstas, el ejército de Mario dos contribuyó; el ejército de Cátulo, treinta y una. Éste fue el final de la guerra; un triunfo para uno y otro fue decretado.

[3] Siendo Sexto Julio César y Lucio Marcio Filipo cónsules, en el sexcentésimo quincuagésimo noveno año desde la fundación de la ciudad, como prácticamente todas las otras guerras cesaran, en Italia una importantísima guerra los picentes, los marsos y los pelignos incitaron, quienes, como numerosos años ya al pueblo romano obedecieran, entonces una libertad igual para sí empezaron a desear. Bien perniciosa esta guerra fue. El cónsul Publio Rutilio en ella fue muerto, Cepión, joven noble, Porcio Catón, el otro cónsul. Los generales, por otra parte, contra los romanos, para los picenos y marsos fueron Tito Vetio, Hierio Asinio, Tito Herenio, Aulo Cluencio. Por parte de los romanos bien contra ellos se luchó, por parte de Gayo Mario, quien seis veces cónsul había sido, y por Gneo Pompeyo, especialmente sin embargo por Lucio Cornelio Sila, quien entre otras cosas excelentes así a Cluencio, general de los enemigos, con grandes tropas expulsó, de modo que entre los suyos solo a uno perdiera. Cuatro años, sin embargo, con gran calamidad esta guerra fue hecha. Hasta el quinto año fin recibió por medio del cónsul Lucio Cornelio Sila, como antes en esa guerra él mismo muchas cosas valientemente, aunque como pretor, llevase a cabo.

[4] Al año de la fundación de la ciudad sexcentésimo sexagésimo segundo, la primera guerra civil en Roma se emprendió, el mismo año que también la mitridática. La causa a la guerra civil Gayo Mario, seis veces cónsul, la dio. En efecto, como el cónsul Sila contra Mitrídates, dispuesto a llevar la guerra, quien Asia y Acaya había ocupado, fuera enviado, y éste al ejército en Campania poco tiempo mantuviera, como en la Guerra Social, de la que ya hemos hablado, la cual dentro de Italia había sido llevada a cabo, los restos fuesen quitados, Mario se dispuso a que él mismo a la guerra mitridática fuera enviado. Por esta cosa, Sila, conmocionado, con el ejército ante la ciudad llegó. Allí contra Mario y Sulpicio luchó. Fue el primero que a la ciudad de Roma, armado, entró; a Sulpicio mató; a Mario puso en fuga; y así, nombrados los cónsules para el futuro año Gneo Octavio y Lucio Cornelio Cinna, a Asia se dirigió.

[5] Mitrídates, en efecto, quien rey del Ponto era y tenía Armenia Menor y todo el Mar Póntico en circuito con el Bósforo, primero a Nicomedes, amigo del pueblo romano, de Bitinia quiso expulsar y al senado envió el mensaje de que la guerra él, a causa de las injurias que había sufrido, le llevaría. Por parte del senado fue respondido a Mitrídates que si esto hiciera, que la guerra por parte de los romanos también él mismo sufriría. Por esto, enfurecido, Capadocia inmediatamente ocupó y de ella a Ariobarzán, rey y amigo del pueblo romano, puso en fuga. Enseguida también Bitinia invadió y Paflagonia, expulsado de ella los reyes, amigos del pueblo romano, Pilamenes y Nicomedes. De ahí a Éfeso se dirigió y por toda Asia cartas envió para que por dondequiera que fueran encontrados ciudadanos romanos, en el mismo día fueran matados.

[6] Entretanto también Atenas, ciudad de Acaya, por Aristón el ateniense a Mitrídates fue entregada. Había enviado ya a Acaya Mitrídates a Arquelao, un general suyo, con ciento veinte miles de jinetes y de infantes, a traves de quien también, abandonada Grecia, fue ocupada. Sila a Arquelao en el Pireo, no lejos de Atenas, sitió; la propia Atenas capturó. Después, emprendido el combate contra Arquelao, así lo venció, de modo que de los ciento veinte mil apenas diez a Arquelao le quedaron; del ejército de Sila, solo trece hombres fueron muertos. Conocida esta lucha, Mitrídates setenta mil hombres muy escogidos desde Asia a Arquelao envió, contra quien de nuevo Sila cargó. En el primer combate quince miles de enemigos fueron muertos y el hijo de Arquelao, Diógenes; en el segundo, todas las tropas de Mitrídates fueron aniquiladas; el propio Arquelao durante tres días desnudo en unos estanques estuvo escondido. Escuchada esta cosa, Mitrídates ordenó que con Sila acerca de la paz se tratara.

[7] Entretanto, en este tiempo, Sila también a los dárdanos, a los escordiscos, a los dálmatas y a los medos a una parte venció, a otros en alianza aceptó. Pero como los legados del rey Mitrídates, que pedían la paz, hubiesen llegado, no de otra forma respondió Sila que él la daría solo si el rey, abandonados estos sitios que había ocupado, a su propio reino se retiraba. Después, sin embargo, a un encuentro ambos concurrieron. La paz entre ellos fue ordenada, de modo que Sila, que a la guerra civil se apresuraba, desde su espalda peligro no tuviera. En efecto, mientras Sila en Acaya y Asia a Mitrídates vence, Mario, que había sido puesto en fuga, y Cornelio Cinna, el único de los cónsules, la guerra en Italia volvieron a preparar y, dirigiéndose a la ciudad de Roma, a varones nobilísimos del senado y consulares mataron, a muchos proscribieron; derribada la casa del propio Sila, a sus hijos y a su mujer a la fuga forzaron. Todo el restante senado, de la ciudad huyendo, hacia Sila a Grecia se fue, pidiéndole que viniera en auxilio de su patria. Aquél a Italia cruzó, la guerra civil dispuesto a llevar a cabo contra los cónsules Norbano y Escipión. Y en el primer combate contra Norbano luchó no lejos de Capua. Entonces seis mil de éste mató, seis mil capturó, ciento veinticuatro suyos perdió. Desde aquí también hacia Escipión se volvió y antes del combate a todo el ejército de él sin sangre en rendición recibió.

[8] Pero, como en Roma hubieran cambiado los cónsules, Mario, hijo de Mario, y Papirio Carbón el consulado hubiesen recibido, Sila contra Mario hijo luchó y, quince mil de aquél muertos, cuarenta de los propios perdió. Enseguida también a la ciudad entró. A Mario, el hijo de Mario, persiguiéndolo, en Preneste lo sitió y a la muerte lo forzó. De nuevo una lucha importantísima tuvo contra Lamponio y Carinate, generales de la parte de Mario, frente al portón de Colina. Setenta miles de enemigos en ese combate contra Sila se dice que hubo. Doce miles se entregaron a Sila; los demás en la batalla, en el campamento, en la fuga, por la insaciable furia de los vencedores fueron consumidos. También Gneo Carbón, el otro cónsul, desde Rímini hasta Sicilia huyó y allí por Gneo Pompeyo fue matado, a quien, adolescente, Sila también, con veintiún años, conocida su empresa, había puesto al frente de sus ejércitos, de modo que era tenido por Sila como el segundo. [9] Muerto por tanto Carbón, Sicilia Pompeyo recapturó. Atravesando desde allí a África, a Domicio, general de parte de Mario, y a Hiardas, rey de Mauritania, quien a Domicio auxilio llevaba, mató. Después de esto, Sila por Mitrídates con enorme gloria celebró un triunfo. También Gneo Pompeyo, lo cual a ninguno de los romanos se le había concedido, con veinticuatro años por África celebró un triunfo. Este final tuvieron dos guerras muy funestas: la itálica, que también se dice “social”, y la civil, las cuales, ambas, fueron llevadas durante diez años. Acabaron por su parte con más de ciento cincuenta miles de hombres, veinticuatro varones consulares, siete pretorios, sesenta edilicios, casi doscientos senadores.