A continuación tienes el libro noveno del Breviario de Eutropio, traducido al español por Francisco Navarro y Calvo y transcrito, revisado y corregido por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
Índice de contenidos:
- Maximino hace con éxito la guerra contra los germanos
- Reinan a la vez tres augustos: Pupiano, Balbino y Gordiano
- Gordiano derrota a los persas
- Los dos Filipos
- Galo Hostiliano y Volusiano
- Emiliano
- Licinio Valeriano y Galieno
- Galieno
- Muchos emperadores: Postumio, Mario, Victorino, Tétrico, Odenato
- Claudio derrota a los godos
- Quintiliano
- Aureliano derrota a los godos
- Reinados de Tácito y Floriano
- Probo recobra las Galias
- Caro lucha contra los partos
- Carino es abandonado por sus soldados
- Diocleciano es proclamado emperador
- Maximiano Hercúleo es enviado a la Galia
- Carausio en Britania y Aquileo en Egipto
- Constancio y Galerio Maximiano nombrados césares
- Constancio contra los alemanes
- Galerio Maximiano y Diocleciano
- Derrota de Narsés, de los carpos, basternos y sármatas
- Diocleciano y Maximiano Hercúleo abdican
Maximino hace con éxito la guerra contra los germanos
A Severo lo sucedió Maximino, el primero que desde las filas de los soldados se elevó al imperio, por la sola voluntad del ejército, sin el consentimiento ni apoyo del senado y sin ser él mismo senador.
Después de hacer con éxito la guerra a los germanos y de recibir de los soldados el título de emperador, lo mató Pupiano en Aquilea, donde le abandonaron sus tropas.
Con él pereció su hijo, niño todavía, que estuvo asociado a su imperio tres años y algunos días.
Reinan a la vez tres augustos: Pupiano, Balbino y Gordiano
Enseguida hubo tres emperadores a la vez: Pupiano, Balbino y Gordiano. Los dos primeros tenían oscuro nacimiento, pero Gordiano procedía de ilustre familia: su padre, Gordiano el viejo, había sido proclamado emperador por los soldados durante su proconsulado en África, bajo el reinado de Maximino.
De regreso en Roma, Balbino y Pupiano fueron muertos en el palacio y se dio el trono a Gordiano solo.
Gordiano derrota a los persas
Este príncipe, que todavía era niño, se casó con Tranquilina en Roma, abrió el templo de Jano y partió para Oriente, donde hizo la guerra a los partos, que meditaban ya arrojarse sobre el imperio.
Sus triunfos fueron tan rápidos como brillantes, derrotando a los persas en grandes batallas.
Regresaba de esta expedición cuando pereció cerca de las fronteras del imperio, víctima de la traición de Filipo, que reinó después de él.
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Los soldados le levantaron una tumba a veinte millas de Circeso, donde en nuestros días se ha construido una fortificación romana que domina el Éufrates. Sus cenizas fueron transportadas a Roma y lo deificaron.
Los dos Filipos
Muerto Gordiano, se apoderaron del poder los dos Filipos, padre e hijo, retiraron el ejército sin pérdida ninguna y regresaron de Siria a Italia.
Bajo su reinado se celebró el milenario de la fundación de Roma, con gran aparato de juegos y espectáculos.
Poco después los mató el ejército a los dos: al padre en Verona, y al hijo en Roma. Habían reinado cinco años, y fueron puestos en el rango de los dioses.
Galo Hostiliano y Volusiano
Enseguida nombraron emperador a Galo Hostiliano y a su hijo Volusiano.
Bajo estos emperadores trató Emiliano de sublevar Mesia. Los dos marcharon para combatirle, pero fueron muertos en Interamno, antes de haber cumplido el segundo año de su reinado.
No hicieron absolutamente nada memorable, señalándose su reinado por pestes y crueles enfermedades.
Emiliano
Emiliano, de oscuro origen, más oscuro fue todavía en el trono, muriendo al cabo de tres meses.
Licinio Valeriano y Galieno
Licinio Valeriano, que mandaba en Recia y Norica, recibió del ejército el título de emperador y, poco después, el de augusto.
Al mismo tiempo, el senado nombró en Roma césar a Galieno. El reinado de estos príncipes fue fatal para el imperio, y estuvo a punto de acarrear su ruina, bien por desgracia, bien por cobardía. Los germanos avanzaron hasta Ravena.
Valeriano, haciendo la guerra en Mesopotamia, fue vencido por Sapor, rey de los persas; también fue cogido prisionero poco tiempo después y envejeció entre los partos en vergonzosa servidumbre.
Galieno
El reinado de Galieno, nombrado Augusto en su juventud, comenzó con fortuna y terminó desastrosamente.
Joven aún, se distinguió con numerosas hazañas en la Galia e Iliria y mató, cerca de Mursa, a Ingenuo, que había tomado la púrpura, y también a Trebaliano.
Histori(et)as de griegos y romanos

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Por mucho tiempo prudente y moderado, se entregó enseguida a todos los excesos del libertinaje, teniendo las riendas del imperio con mano descuidada y floja.
Los alemanes devastaron las Galias y cayeron sobre Italia. Se perdió la Dacia, aquella provincia que Trajano había formado al otro lado del Danubio.
Se vio a los godos devastar Grecia, Macedonia, el Ponto y Asia. Los sármatas y los cuados talaron Panonia. Los germanos penetraron hasta las Hispanias y se apoderaron de la famosa ciudad de Tarragona. Los partos ocuparon Mesopotamia y comenzaron a dominar Siria.
Muchos emperadores: Postumio, Mario, Victorino, Tétrico, Odenato
En tan desesperada situación las cosas, y cuando ya iba a perecer el imperio romano, Postumio, hombre de ínfimo origen, tomó la púrpura en la Galia y, durante los diez años de su reinado, consiguió, a fuerza de valor y prudencia, salvar las provincias casi arruinadas.
Fue muerto en una sublevación de los soldados por haberles negado el saqueo de Maguncia, que se había rebelado contra él por instigaciones de Lucio Eliano.
Mario, obrero vil, tomó enseguida la púrpura y al segundo día le mataron.
Victorino se apoderó a poco del gobierno de las Galias: este era hombre de extraordinario valor, pero sumamente licencioso; y como para él era un juego deshonrar a los demás, fue muerto en Colonia, en el segundo año de su reinado, víctima de los secretos manejos de un escribano.
Le sucedió el senador Tétrico, que mandaba en Aquitania como gobernador, y a quien los soldados eligieron emperador, encontrándose ausente. Tomó este la púrpura en Burdigala y fue objeto de frecuentes sediciones militares.
Pero mientras ocurrían estas cosas en la Galia, Odenato, que defendía Siria, venció en Oriente a los persas, recobró Mesopotamia y avanzó hasta Ctesifonte.
Así pues, el imperio romano, cuyo gobierno abandonaba Galieno, fue salvado en Occidente por Postumio y por Odenato en Oriente.
Claudio derrota a los godos
Entretanto fue muerto Galieno en Milán con su hermano Valeriano, en el noveno año de su reinado. Le sucedió Claudio, elegido por el ejército y nombrado augusto por el senado.
En una gran batalla venció a los godos que devastaban Iliria.
El pódcast de mitología griega
Era económico, modesto, extraordinariamente justo y muy a propósito para el gobierno, pero murió de enfermedad en el segundo año de su reinado y le colocaron en el rango de los dioses.
Queriendo el senado honrar su memoria con nuevas distinciones, le decretó un escudo de oro en la curia y le erigió en el Capitolio una estatua del mismo metal.
Quintiliano
Después de este fue nombrado emperador Quintiliano, hermano de Claudio, por unánime consentimiento de los soldados.
Su incomparable prudencia y sus virtudes civiles le hicieron igualar y hasta preferir a su hermano. Recibió del senado, por aclamación, el título de augusto y fue muerto a los dieciesiete días de su reinado.
Aureliano derrota a los godos
Después de este obtuvo el imperio Aureliano, oriundo de la Dacia Ribereña. Este era un hombre muy experto en achaques militares, pero de carácter violento e inclinado a la crueldad.
Venció a los godos en sangrientas batallas y, casi siempre afortunado en sus guerras, devolvió al imperio romano sus antiguos límites.
En la Galia venció a Tétrico, cerca de Catalaunos, entregándole este mismo su ejército, cuyas continuas sediciones no podía soportar. Hasta había implorado a Aureliano en cartas secretas, en las que, entre otras cosas, le decía, empleando este verso de Virgilio: «Héroe invencible, libértame de estos males».
Aureliano se apoderó también cerca de Antioquía y después de una encarnizada lucha, de la reina Zenobia, que gobernaba Oriente desde la muerte de su esposo Odenato.
De regreso en Roma, celebró como si hubiese conquistado Oriente y Occidente un magnífico triunfo, en el que se vieron marchar delante de su carro a Tétrico y a Zenobia.
Enseguida fue nombrado Tétrico gobernador de Lucania y vivió mucho tiempo como simple particular. Zenobia dejó en Roma una posteridad que subsiste aún.
Bajo el reinado de Aureliano se sublevaron en Roma los monederos, después de alterar las monedas y de dar muerte al tesorero Felicísimo. El emperador les venció y castigó con extraordinaria crueldad. También condenó al último suplicio a muchos ciudadanos de noble nacimiento.

Tras nueve años de asedio y no mucha actividad guerrera, los griegos aún confían en tomar la ciudad de Troya. Todo se precipita con la famosa cólera de Aquiles: el gran rey Agamenón deshonra al mejor de los griegos, que entonces se niega a luchar contra el enemigo. Sin su lanza, el ejército griego no es rival para los soldados de Héctor, el gran comandante troyano. Comienzan los duelos de los héroes de ambos bandos y las hazañas de héroes como Áyax, Diomedes y Odiseo. Sin embargo, los griegos solo podrán conquistar Troya cuando Aquiles deponga su cólera y regrese al campo de batalla. 👉 Seguir.
Fue príncipe cruel y sanguinario, más necesario en ciertas circunstancias que a propósito para que le amasen. En sus implacables rigores, ni siquiera perdonó al hijo de su hermana.
Se le puede alabar, sin embargo, por haber restablecido la disciplina militar y corregido en gran parte la depravación de costumbres.
Rodeó con fuertes murallas la ciudad de Roma, hizo construir al Sol un templo, enriqueciéndolo con inmensa cantidad de oro y de piedras preciosas.
Perdiendo la esperanza, después de los estragos causados en Iliria y Mesia, de poder conservar la Dacia, de la que Trajano había hecho una provincia romana al otro lado del Danubio, tomó el partido de abandonarla.
Entonces hizo salir a los romanos de las ciudades y campos de aquel país y los estableció en el centro de Mesia, a la que dio el nombre de Dacia, de manera que esta separa hoy las dos Mesias y se encuentra en la orilla derecha del Danubio, en su curso hacia el mar, cuando antes se encontraba en la orilla izquierda.
Aureliano pereció víctima de las maquinaciones de un esclavo suyo, que, habiendo falsificado su letra, enseñó a algunos capitanes, amigos del príncipe, una lista con sus nombres, anotada como si proyectase matarlos. Para prevenirlo, lo mataron estos en el antiguo camino de Heracles a Constantinopla, en el sitio llamado Cenofrurio.
Pero su muerte no quedó sin venganza. Le concedieron los honores de la apoteosis. Había reinado cinco años y seis meses.
Reinados de Tácito y Floriano
Después de este, se dio el imperio a Tácito, varón muy virtuoso y muy a propósito para el gobierno de la república. Pero no tuvo tiempo para hacer nada notable, al morir en el sexto mes de su reinado.
Su sucesor Floriano reinó dos meses y veinte días, no haciendo nada memorable.
Probo recobra las Galias
Probo, que había adquirido notable fama militar, ascendió después de él al gobierno de la república.
Una continua serie de victorias le restableció en la posesión de las Galias, ocupadas por los bárbaros. En muchas batallas derrotó a algunos generales que querían usurpar el imperio, como Saturnino en Oriente y Próculo y Bonoso en Colonia.
Permitió a los galos y panonios plantar viñas, y él mismo las hizo plantar por sus soldados en el monte Alma, cerca de Sirmio, y en el monte Áureo, en la Mesia superior, entregando el cultivo a los habitantes de estas provincias.
Después de haber hecho innumerables guerras y asegurado la paz por todas partes, dijo que muy pronto no serían necesarios los soldados.
Era un príncipe activo, intrépido, justo y que, igual a Aureliano por la gloria de las armas, le superó en virtudes cívicas.
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Pero no por esto dejó de perecer en una sedición militar en Sirmio, en la Torre de Hierro. Reinó seis años y cuatro meses.
Caro lucha contra los partos
Caro, nacido en Narbona, en la Galia, fue proclamado augusto después de él, y enseguida nombró césares a sus hijos Carino y Numeriano, con los que reinó dos años.
Habiéndose enterado, mientras hacía la guerra a los sármatas, de que se habían sublevado los persas, pasó a Oriente, alcanzó sobre ellos notables ventajas, los puso en fuga en una gran batalla y se apoderó de las dos famosas ciudades de Cochen y Ctesifonte.
Acampaba al otro lado del Tigris cuando lo mató un rayo. Su hijo Numeriano, joven de mucho mérito, que había llevado con él a Persia, fue muerto por instigación de Aper, de quien era yerno, en la litera en que lo llevaban a causa de una enfermedad en los ojos que le hacía sufrir mucho.
El traidor quiso ocultar el asesinato hasta que pudiera apoderarse del reino, pero le denunció el olor del cadáver. Advertidos por la fetidez los soldados que marchaban detrás, abrieron los lienzos de la litera, enterándose de la muerte de Numeriano algunos días después de consumada.
Carino es abandonado por sus soldados
Carino, a quien su padre había dejado, al marchar contra los persas, el mando de Iliria, de la Galia y de Italia, con el título de césar, se manchó con toda clase de crímenes.
Con falsas acusaciones hizo perecer a multitud de inocentes; deshonró a las esposas de los ciudadanos más ilustres, y llegó hasta vengarse de aquellos condiscípulos suyos de quienes en la escuela había sufrido pueriles vejaciones.
Habiéndose hecho universalmente odioso por su conducta, no tardó en sufrir la pena.
Diocleciano es proclamado emperador
El ejército que regresaba victorioso de Persia y al que el rayo había arrebatado al emperador Caro y la traición al césar Numeriano, dio el imperio a Diocleciano, oriundo de Dalmacia, y de tan oscuro linaje que la mayor parte de los autores dicen que era hijo de un escribano, y otros lo tienen por hijo de un liberto del senador Anulino.
En su primera arenga a los soldados juró que no había tenido parte alguna en el asesinato de Numeriano, y viendo a su lado a Aper, que fue el autor, le traspasó con la espada delante de todo el ejército.
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Derrotó enseguida, en una gran batalla, cerca de Margum, al joven Carino, objeto del odio y general execración, y al que su ejército, más fuerte que el de Diocleciano, traicionó, o al menos abandonó, entre Vivinacio y el monte Áureo.
Maximiano Hercúleo es enviado a la Galia
Dueño ya del imperio, envió al césar Maximiano Hercúleo contra los campesinos que, con el nombre de bagaudos y bajo la dirección de Amando y Eliano, habían levantado parte de la Galia.
Maximiano dispersó en ligeros combates aquellos grupos de campesinos y devolvió la paz a la provincia.
Carausio en Britania y Aquileo en Egipto
Por este mismo tiempo, Carausio, que, a pesar de la humildad de su condición, había adquirido mucha fama militar, recibió el mando de la flota de Bononia y el encargo de restablecer la seguridad de los mares en las costas de Bélgica y de Armórica, infestadas entonces por los francos y los sajones.
Se apoderó de considerable número de aquellos bárbaros, pero, no habiendo devuelto a los habitantes de aquellas provincias ni enviado a los emperadores más que una parte del botín, se sospechó que de intento dejaba libres a los piratas en sus expediciones, con objeto de sorprenderles al regreso y enriquecerse a costa de sus presas.
Enterado de que Maximiano había dado orden de matarle, tomó la púrpura y se apoderó de las Britanias.
Constancio y Galerio Maximiano nombrados césares
Encontrándose todo el universo perturbado a la vez por la sublevación de Carausio en Britania y de Aquileo en Egipto, por los estragos de los quinquegencios en África y por la guerra de Narsés en Oriente, Diocleciano elevó a Maximiano Hercúleo de la dignidad de césar a la de augusto, y nombró césares a Constancio y Maximiano.
Se dice que Constancio era nieto de Claudio, por la hija de este emperador; Maximiano Galerio había nacido en la Dacia, cerca de Sárdica.
Con objeto de unírselos también con los lazos de la familia, hizo casar a Teodora, nuera de Maximiano Hercúleo, con el césar Constancio, que tuvo seis hijos, hermanos de Constantino; y dio a Galerio a su propia hija Valeria, después de obligarles a los dos a repudiar las esposas que tenían.
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Sin embargo, después de intentar inútilmente la suerte de las armas contra Carausio, general muy experimentado, concluyeron por acordar la paz con él.
Siete años después lo mató su colega Alecto, que ocupó a su vez las Britanias durante tres años, al cabo de los cuales le venció Asclepiodoto, prefecto del pretorio.
De esta manera, después de intervalo de diez años, fue reconquistada Britania.
Constancio contra los alemanes
Por el mismo tiempo el césar Constancio combatió en la Galia, cerca de Lingonas, siéndole contraria y favorable la fortuna en el mismo día.
En efecto, habiéndose lanzado de pronto los bárbaros sobre él, le persiguieron hasta debajo de las murallas de la ciudad, estrechándole tan de cerca que, encontrando las puertas cerradas, se hizo subir a las murallas por medio de cuerdas.
Pero habiendo llegado su ejército menos de cinco horas después, mató a cerca de sesenta mil alemanes.
Galerio Maximiano y Diocleciano
Por su parte, el emperador Maximiano puso fin a la guerra de África con la derrota de los quinquegencios, obligándoles a pedir la paz.
Diocleciano, después de tener a Aquileo sitiado en Alejandría cerca de ocho meses, le venció e hizo perecer. Usó cruelmente la victoria y llenó Egipto de proscripciones y muertes. Sin embargo, en aquel tiempo hizo y publicó muchas ordenanzas muy prudentes, que todavía subsisten.
Derrota de Narsés, de los carpos, basternos y sármatas
Galerio Máximo, en la primera batalla contra Narsés, entre Calinico y Carras, no fue afortunado, antes por falta de prudencia que de valor, habiendo atacado a un ejército muy numeroso con corto número de soldados.
Rechazado por el enemigo, marchó en busca de Diocleciano, que, reuniéndosele en el camino, le trató con insolencia y, según se dice, el emperador le dejó correr detrás de su carruaje por espacio de muchas millas.
El pódcast de mitología griega
Pero Maximiano reunió muy pronto tropas en Iliria y Mesia y peleó de nuevo en la Armenia superior con Narsés, abuelo de Hormisdas y de Sapor. En esta ocasión alcanzó una espléndida victoria, en la que no desplegó menos habilidad que valor, viéndosele entonces desempeñar hasta el papel de explorador, seguido de dos o tres jinetes solamente.
Después de poner en fuga a Narsés, saqueó su campamento, se apoderó de sus mujeres, de sus hermanas y de sus hijos, de casi toda la nobleza de Persia, que había salido a campaña, y de un inmenso tesoro, rechazando a Narsés hasta las últimas soledades de su reino.
Entonces volvió triunfante en busca de Diocleciano, que se encontraba en Mesopotamia al frente de considerables fuerzas, y que le recibió con grandes muestras de consideración.
Enseguida hicieron diferentes guerras, juntos o separados: sometieron a los carpos y a los basternos, vencieron a los sármatas y establecieron en las fronteras del imperio innumerables prisioneros hechos a estos pueblos.
Diocleciano y Maximiano Hercúleo abdican
Diocleciano era naturalmente astuto, sagaz y sutil, y se cuidaba de hacer recaer en los otros lo que su severidad tenía de odioso.
Era además extraordinariamente activo, gozando de rara experiencia en todas las cosas.
Fue el primero que dio al imperio romano forma más monárquica que republicana. Sus antecesores se habían contentado con el saludo; este quiso que se prosternasen en su presencia; hizo cubrir de pedrería su traje y calzado, mientras que antes la única insignia de la autoridad imperial era la clámide de púrpura, siendo el resto del traje el de todos los demás.
Maximiano Hercúleo era francamente cruel y orgulloso, revelando la dureza de su rostro lo áspero de su carácter. Al asociarse a todas las violencias de Diocleciano, no hacía más que seguir su inclinación.

Tras nueve años de asedio y no mucha actividad guerrera, los griegos aún confían en tomar la ciudad de Troya. Todo se precipita con la famosa cólera de Aquiles: el gran rey Agamenón deshonra al mejor de los griegos, que entonces se niega a luchar contra el enemigo. Sin su lanza, el ejército griego no es rival para los soldados de Héctor, el gran comandante troyano. Comienzan los duelos de los héroes de ambos bandos y las hazañas de héroes como Áyax, Diomedes y Odiseo. Sin embargo, los griegos solo podrán conquistar Troya cuando Aquiles deponga su cólera y regrese al campo de batalla. 👉 Seguir.
Comprendiendo este que el progreso de la edad comenzaba a hacerle incapaz de gobernar el imperio, propuso a Maximiano volver a la vida privada y dejar a príncipes más jóvenes y vigorosos la suprema administración del Estado.
Su colega accedió con mucho disgusto a esta proposición; sin embargo, los dos trocaron el mismo día las insignias del imperio por el traje de los ciudadanos: Diocleciano en Nicomedia y Maximiano en Milán, después de haber triunfado en Roma sobre numerosos pueblos, triunfo memorable en el que se llevaron con mucha pompa los trofeos de sus victorias, y en el que se vio marchar delante de su carro a las mujeres, hermanas e hijos de Narsés.
Enseguida se retiraron: uno a Salona y el otro a Lucania. Diocleciano envejeció en medio de una honrosa tranquilidad, en una quinta próxima a Salona. Modelo de una virtud desconocida hasta entonces, fue el único, desde el establecimiento del imperio romano, que bajó voluntariamente de la cumbre del poder a la sencillez de la vida privada y a la condición de ciudadano.
Por esta razón le colocaron después de su muerte en el rango de los dioses, honor que no se había concedido hasta entonces a ningún particular.