A continuación tienes el libro segundo del Breviario de Eutropio, traducido al español por Francisco Navarro y Calvo y transcrito, revisado y corregido por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
Índice de contenidos:
- Creación de los tribunos militares con autoridad consular
- Victorias de Camilo sobre los volscos, los ecuos y los sutrinos
- Victoria de Quincio Cincinato sobre los prenestinos
- Los cónsules reemplazan a los tribunos militares
- Muerte y elogio de Camilo
- Los galos son rechazados de Italia
- Nuevo censo
- Marco Valerio Corvo mata a un galo en combate singular
- Guerra contra los latinos
- Los samnitas son derrotados
- Victoria sobre los galos, los toscanos y los samnitas
- Guerra contra Tarento, Pirro de Epiro y otros pueblos de Italia
- Ptolomeo, rey de Egipto, envía legados a Roma
- Derrota de los picentinos
- Derrota de los salentinos
- Censo de los ciudadanos
- Primera guerra púnica
- Guerra contra los faliscos
Creación de los tribunos militares con autoridad consular
En el año 365 de la fundación de Roma, y el primero después de que los galos se apoderaron de ella, cambiaron las magistraturas y, en vez de cónsules, crearon los tribunos militares, investidos con la autoridad consular.
Victorias de Camilo sobre los volscos, los ecuos y los sutrinos
De esta época data el aumento de la república. En efecto, en este año redujo Camilo la capital de los volscos, que había sostenido la guerra durante setenta años.
También se apoderó de la capital de los ecuos y de la de los sutrinos, cuyo ejército había destruido por completo, siendo honrado con tres triunfos a la vez.
Victoria de Quincio Cincinato sobre los prenestinos
De la misma manera Tito Quincio Cincinato rechazó a los prenestinos, que habían traído la guerra hasta las puertas de Roma, y les venció cerca del río Alia.
Añadió ocho ciudades suyas al territorio romano, y marchó a atacar Preneste, cuya sumisión recibió, consiguiendo todas estas victorias en veinte días y mereciendo el triunfo por ellas.
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Los cónsules reemplazan a los tribunos militares
Pero no duró mucho el cargo de los tribunos militares. Poco tiempo después de haberlo establecido, se decidió su abolición, pasando cuatro años sin magistrados superiores.
Sin embargo, los tribunos militares recobraron sus funciones con la autoridad consular, subsistiendo todavía durante tres años esta institución, pasados los cuales se nombró nuevamente cónsules.
Muerte y elogio de Camilo
Bajo el consulado de Lucio Genucio y Quinto Servilio murió Camilo, siendo honrado con el segundo Rómulo.
Los galos son rechazados de Italia
Tito Quincio, nombrado dictador, fue enviado contra los galos, que habían penetrado en Italia, deteniéndose a cuatro millas de Roma, al otro lado del Río Anio.
Allí, uno de los senadores más nobles, el joven Tito Manlio, provocado por un galo a combate singular, avanzó contra él, lo mató, le quitó el collar de oro y, habiéndoselo colocado en el cuello, llevó desde entonces el nombre de Torcuato, que transmitió a sus descendientes.
Los galos fueron derrotados y, casi enseguida, vencidos otra vez por el dictador Gayo Sulpicio. Poco tiempo después, Gayo Marcio venció a los toscanos, cogiéndoles ocho mil prisioneros, que sirvieron de ornamento a su triunfo.
Nuevo censo
Otra vez se hizo el censo. Como los latinos, sometidos por los romanos, rehusaban suministrarles soldados, estos hicieron nuevas levas en su propio territorio y formaron diez legiones.
Esta medida elevó el ejército a más de sesenta mil hombres; tanta energía desplegaba para la guerra la república, débil aún.
Marco Valerio Corvo mata a un galo en combate singular
Aquel ejército, al mando de Lucio Furio, marchó contra los galos y, habiendo retado uno de ellos al que se tuviere por más valiente de los romanos, el tribuno de los soldados Marco Valerio se ofreció a la pelea.
Cuando avanzaba completamente armado, se posó un cuervo sobre su brazo derecho y, durante el combate con su enemigo, el mismo cuervo hería al galo en el rostro con las alas y las uñas para impedirle que viera a su adversario.
Histori(et)as de griegos y romanos

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El galo quedó vencido por el tribuno Valerio, que no consiguió solamente una victoria, sino también un sobrenombre, el de Corvo; y a causa de esta hazaña fue nombrado cónsul a la edad de veintitrés años.
Guerra contra los latinos
Los latinos, que se habían negado a suministrar soldados, mostraron otra pretensión, pidiendo que de los dos cónsules se eligiese uno entre ellos y otro entre los romanos.
Rechazada esta petición, hubo que hacerles la guerra. Les vencieron en empeñada batalla, y su derrota dio ocasión a un nuevo triunfo. En recompensa de la victoria, se alzaron dos estatuas a los cónsules en el foro.
En este mismo año fundó Alejandría Alejandro de Macedonia.
Los samnitas son derrotados
Desde esta época comenzaron a ser poderosos los romanos. En efecto, hacían la guerra a cerca de ciento treinta millas de Roma, en el territorio de los samnitas, situado entre el Piceno, la Campania y la Apulia.
Lucio Papirio Cursor partió para esta guerra con el título de dictador. Obligado a volver a Roma, dejó el mando del ejército a Quinto Fabio Máximo, jefe de la caballería, prohibiéndole combatir en su ausencia.
Este, aprovechando una ocasión favorable, alcanzó completa victoria sobre los samnitas, y el dictador lo condenó a muerte por haber combatido a pesar de su prohibición; pero le salvaron los soldados y el pueblo, cuyo favor se había captado y que había promovido tal sedición contra Papirio que estuvo a punto de perecer.
Poco tiempo después, siendo cónsules Tito Veturio y Espurio Postumio, los samnitas hicieron experimentar a los romanos una vergonzosa derrota en las gargantas de las Horcas Caudinas, donde les habían encerrado y les hicieron pasar bajo el yugo.
Pero el senado y el pueblo rompieron el tratado de paz que la necesidad había hecho ajustar con ellos. El cónsul Lucio Papirio venció enseguida a los samnitas, pasando a su vez bajo el yugo siete mil de estos, tras triunfar Papirio sobre ese pueblo.
Por la misma época el censor Apio Claudio hizo construir el acueducto llamado Claudiano y pavimentar la vía Apia.
Habiendo comenzado de nuevo la guerra los samnitas, vencieron a Lucio Fabio Máximo y le mataron tres mil hombres. Habiéndole dado enseguida por lugarteniente a su padre Fabio Máximo, venció a los samnitas y les quitó muchas ciudades.
El pódcast de mitología griega
En fin, los cónsules Publio Cornelio Rufino y Manio Curio Dentato, enviados contra los samnitas, les derrotaron en grandes batallas, terminando de este modo la guerra, que había durado cuarenta y nueve años. De todos los enemigos que habían combatido en Italia, ninguno había fatigado más el valor romano.
Victoria sobre los galos, los toscanos y los samnitas
Pasados algunos años, los galos se unieron otra vez con los toscanos y los samnitas contra los romanos. Pero cuando avanzaban contra Roma el cónsul Gneo Cornelio Dolabela los destrozó.
Guerra contra Tarento, Pirro de Epiro y otros pueblos de Italia
Por este mismo tiempo se declaró la guerra a los tarentinos, que se encuentran en el extremo de Italia, y que habían injuriado gravemente a los legados de Roma.
Los tarentinos imploraron contra los romanos el socorro de Piro, rey de Epiro, cuyo origen remontaba a Aquiles. Este príncipe pasó a Italia y, entonces, combatieron por primera vez los romanos con un enemigo venido del otro lado de los mares.
Contra él enviaron a Publio Valerio Levino, que, habiendo cogido espías de Pirro, les hizo llevar al campamento, les mostró todo el ejército y les despidió para que informasen al rey de cuanto habían visto.
Poco después trabó la batalla, y Pirro, que ya huía, quedó, sin embargo, vencedor gracias al terror que causaron a los romanos los elefantes, que todavía les eran desconocidos.
La noche puso fin al combate, aprovechándola Levino para huir, apoderándose Pirro de mil ochocientos romanos, a quienes trató con muchas consideraciones: también hizo enterrar los muertos.
Viendo que todos habían sido heridos por delante, y que ni la misma muerte les había quitado su aspecto terrible, se dice que exclamó, levantando las manos al cielo, que con tales soldados podía haberse apoderado del mundo.
Habiendo reunido enseguida Pirro en su ejército a los samnitas, los lucanos y los brucios, marchó contra Roma, llevándolo todo a sangre y fuego.
Devastó la Campania y llegó hasta Preneste, a dieciocho millas de Roma. Pero el temor al ejército romano, que le seguía con el cónsul, le obligó muy pronto a retirarse a la Campania.
Le enviaron un legado para tratar del rescate de los prisioneros, y los recibió honrosamente, enviando los cautivos sin rescate.
Tal estimación experimentó por Fabricio, uno de aquellos legados, que, enterado de que era pobre, para atraérselo, le ofreció la cuarta parte de su reino, pero Fabricio despreció el ofrecimiento. Por esta razón, penetrado Pirro de profunda admiración por los romanos, les envió como legado para tratar de la paz bajo condiciones honrosas al varón más distinguido de sus estados, llamado Cineas, pero reservándose la parte de Italia de la que ya se había apoderado.
No se aceptó la paz, y el senado hizo contestar a Pirro que no era posible la paz con los romanos mientras no saliese de Italia. Entonces se decretó que todos los prisioneros devueltos por Pirro serían tenidos por infames, por haber sido cogidos con las armas en la mano, y que no se les rehabilitaría hasta que presentasen los despojos de dos enemigos muertos por su mano.

Tras nueve años de asedio y no mucha actividad guerrera, los griegos aún confían en tomar la ciudad de Troya. Todo se precipita con la famosa cólera de Aquiles: el gran rey Agamenón deshonra al mejor de los griegos, que entonces se niega a luchar contra el enemigo. Sin su lanza, el ejército griego no es rival para los soldados de Héctor, el gran comandante troyano. Comienzan los duelos de los héroes de ambos bandos y las hazañas de héroes como Áyax, Diomedes y Odiseo. Sin embargo, los griegos solo podrán conquistar Troya cuando Aquiles deponga su cólera y regrese al campo de batalla. 👉 Seguir.
De esta manera regresó el legado de Pirro. Habiéndole preguntado el príncipe qué le había parecido Roma, le contestó Cineas que había visto la patria de los reyes, es decir, que allí casi todos los hombres le habían parecido tan grandes como le parecía Pirro únicamente en el Epiro y en el resto de la Grecia.
Enviaron contra Pirro con un ejército a los cónsules Publio Sulpicio y Decio Mus. En la batalla que se dio, fue herido Pirro, muertos sus elefantes y destrozados veinte mil enemigos, siendo la pérdida por parte de los romanos de cinco mil hombres. Pirro huyó a Tarento.
Un año después enviaron contra él a Fabricio, aquel mismo legado a quien no pudo corromper con la promesa de la cuarta parte de su reino. Como estaban inmediatos los dos campamentos, el médico de Pirro fue de noche a ofrecer a Fabricio envenenar al rey, esperando recompensa. Fabricio mandó que lo entregasen cargado de cadenas a su señor, e informó a Pirro de las criminales intenciones de su médico.
Admirado el rey, dijo entonces: «Reconozco en esto a Fabricio, que se separaría con más dificultad del sendero del honor que el sol de su curso».
El rey marchó enseguida hacia Sicilia, y Fabricio, habiendo vencido a los samnitas y lucanos, obtuvo los honores del triunfo.
Después fueron enviados contra Pirro los cónsules Curio Dentato y Cornelio Léntulo. Curio luchó con él, destrozó a su ejército, le obligó a huir a Tarento y se apoderó de sus reales. Aquel día quedaron sobre el campo de batalla veintitrés mil enemigos. Curio triunfó durante su consulado, siendo el primero que llevó cuatro elefantes a Roma.
Pirro abandonó muy pronto Tarento y fue muerto en Argos, ciudad de Grecia.
Ptolomeo, rey de Egipto, envía legados a Roma
Bajo el consulado de Gayo Fabio Licino y de Gayo Claudio Canina, en el 479 de la fundación de Roma, vinieron a la ciudad legados de Alejandría, enviados por Ptolomeo, obteniendo la amistad de los romanos que pedían.
Derrota de los picentinos
Bajo el consulado de Quinto Ogulio y de Gayo Fabio Píctor, promovieron la guerra los picentinos, siendo vencidos por los cónsules del año siguiente, Publio Sempronio y Apio Claudio, siendo celebrada la derrota con un triunfo.
Entonces fundaron los romanos las ciudades de Rímini, en la Galia, y de Benevento, en el Samnio.
Derrota de los salentinos
Bajo el consulado de Marco Atilio Régulo y de Lucio Julio Libón, se declaró la guerra a los salentinos, pueblo de la Apulia. Fueron derrotados y les tomaron la ciudad de Bríndisi, por lo que se celebró otro triunfo.
Censo de los ciudadanos
En el año 488, Roma, cuyo nombre era ya famoso, no había llevado todavía sus armas fuera de Italia. Se hizo el censo para conocer las fuerzas de los romanos, y arrojó 292 334 ciudadanos, aunque no había cesado nunca la guerra desde la fundación de Roma.
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Primera guerra púnica
Entonces se hizo por primera vez la guerra a los africanos, bajo el consulado de Apio Claudio y Quinto Fulvio, librándose la batalla en Sicilia. Apio Claudio triunfó sobre ellos y Hierón, rey de Sicilia.
En el año siguiente, bajo el consulado de Valerio Máximo y de Manlio Otacilio, consiguieron los romanos muchas victorias en Sicilia. Los tauromenitanos, los catanios y más de cincuenta ciudades les prestaron juramento de fidelidad.
En el tercer año terminó la guerra en aquel país contra Hierón, obteniendo este príncipe, con toda la nobleza de Siracusa, la paz de los romanos, dando dos talentos en dinero.
Los africanos fueron vencidos en Sicilia y por segunda vez se celebró un triunfo sobre ellos en Roma.
En el quinto año de la guerra púnica sostenida con los africanos, los romanos, bajo los cónsules Gayo Duilio y Gneo Cornelio Asina, combatieron por primera vez en el mar, con naves de espolón, que llaman Liburnianas.
El cónsul Cornelio fue sorprendido. Habiendo librado batalla Duilio, venció al jefe de los cartagineses, le cogió treinta naves, hundió catorce, hizo siete mil prisioneros y mató tres mil enemigos.
No hubo victoria que produjese mayor regocijo a los romanos, que, invencibles ya por tierra, se veían también poderosos en el mar.
Bajo el consulado de Gayo Aquilio Floro y de Lucio Escipión, este último devastó Córcega y Cerdeña, trajo muchos millares de cautivos y entró en triunfo en Roma.
Bajo el consulado de Lucio Manlio Vulsón y de Marco Atilio Régulo, se llevó la guerra a África. Se combatió en el mar contra Amílcar, jefe de los cartagineses, que quedó vencido, retirándose con la pérdida de sesenta y cuatro naves; los romanos perdieron veintidós.
Histori(et)as de griegos y romanos

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Habiendo pasado al África, recibieron la sumisión de Clipea, primera ciudad de aquella comarca. Los cónsules avanzaron hasta Cartago y, después de haber saqueado muchas ciudades, Manlio regresó victorioso a Roma, trayendo veintisiete mil prisioneros.
Atilio Régulo quedó en África, y allí continuó la guerra, teniendo que luchar contra generales cartagineses, a quienes derrotó, matándoles dieciocho mil hombres, haciendo cinco mil prisioneros, apoderándose de dieciocho elefantes y reduciendo a su obediencia a setenta y cuatro ciudades.
Vencidos los cartagineses, pidieron la paz a los romanos, pero, no consintiendo en ella Régulo sino con durísimas condiciones, solicitaron el socorro de los lacedemonios y, bajo el mando de Jantipo, que aquellos le enviaron, hicieron sufrir al general romano completa e irreparable derrota.
De todo el ejército romano solamente quedaron dos mil hombres: quince mil cayeron prisioneros con su general Régulo, quedando muertos treinta mil, y siendo encadenado el mismo Régulo.
Bajo el consulado de Marco Emilio Paulo y de Servio Julio Nobilior, los mismos cónsules marcharon juntos a África, con una flota de trescientas naves. Vencieron primeramente a los africanos en una batalla naval.
El cónsul Emilio hundió cuarenta naves enemigas, cogió treinta con sus combatientes, mató o hizo prisioneros a quince mil hombres y enriqueció a sus soldados con inmenso botín.
Entonces habría quedado subyugada África si un hambre horrible no hubiera obligado a retirarse al ejército. Regresando los cónsules con su flota victoriosa, naufragaron en las costas de Sicilia, siendo tan violenta la tempestad que les cogió que de cuatrocientas sesenta y cuatro naves apenas pudieron salvar ochenta. En ningún tiempo se había oído hablar de tamaño desastre marítimo. Los romanos, sin embargo, equiparon enseguida doscientas naves, no abatiendo su valor en manera alguna aquel fracaso.
Los cónsules Gneo Servilio Cepión y Gayo Sempronio Bleso pusieron rumbo a África con doscientas sesenta naves. Se apoderaron de algunas ciudades, pero también naufragaron cuando regresaban con rico botín.
Inquietando a los romanos aquella serie de desgracias, el senado decretó que ya no se combatiría en el mar, y que solamente se conservarían sesenta naves para la guarda de Italia.
Bajo el consulado de Lucio Cecilio Metelo y de Gayo Furio Pacilo, Metelo derrotó en Sicilia al general de los cartagineses, que avanzaba contra él con treinta elefantes y considerables fuerzas. Destrozó a veinte mil enemigos, cogió veintiséis elefantes y, con ayuda de los auxiliares númidas, reunió los demás que andaban vagando por diferentes puntos, llevándolos todos con grande aparato a Roma, de manera que ciento treinta elefantes llenaban los caminos por donde pasaban.
Después de estos reveses, los cartagineses pidieron a su prisionero Régulo que fuese a Roma para conseguir la paz con los romanos y el canje de prisioneros. Cuando llegó a Roma y fue presentado en el senado, no quiso hacer nada como romano y dijo que había dejado de serlo desde el día en que cayó prisionero de los africanos.
Por esta razón se negó a los abrazos de su esposa y aconsejó al senado que no hiciera la paz con los cartagineses, diciendo que, extenuados estos por tantas derrotas, no tenían ya recurso alguno, y que él mismo no era tan necesario que hubiesen de dar millares de prisioneros a cambio de un anciano y del corto número de romanos que cogieron con él.
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Se siguió el consejo y nadie quiso escuchar las proposiciones de paz de los cartagineses. Régulo volvió, pues, a Cartago, después de haber contestado al ofrecimiento que le hacían los romanos de retenerle en Roma de que no permanecería en una ciudad donde, después de su cautiverio entre los cartagineses, no podía tener la dignidad de honrado ciudadano. De regreso en África, murió entre horribles suplicios.
Bajo el consulado de Publio Claudio Pulcro y de Lucio Junio, Claudio combatió a pesar de los auspicios y quedó vencido por los cartagineses. Tenía doscientas veinte naves y huyó con treinta, quedando en poder del enemigo noventa con sus combatientes y hundidas las demás. También perdió el otro cónsul su flota en un naufragio, aunque pudo salvar el ejército gracias a la proximidad de la costa.
Bajo el consulado de Gayo Lutacio Catulo y de Aulo Postumio Albino, en el año vigesimotercero de la guerra púnica, se encargó a Catulo la dirección de la guerra contra los cartagineses. Pasó a Sicilia con trescientas naves, y los cartagineses le opusieron cuatrocientas.
Nunca se había combatido en el mar con fuerzas tan considerables. Lutacio Catulo se embarcó, a pesar de encontrarse enfermo a consecuencia de una herida recibida en un combate anterior.
Enfrente de Lilibea, ciudad de Sicilia, se dio una batalla en la que los romanos desplegaron un admirable valor, tomando a los cartagineses setenta y tres naves, hundiendo ciento veinticinco, haciéndoles treinta y dos mil prisioneros, matando trece mil hombres y apoderándose de una inmensa cantidad de oro y plata. La flota romana perdió doce naves, echadas a pique por el enemigo, librándose el combate el seis de las idus de marzo.
Los cartagineses pidieron enseguida la paz y la obtuvieron. Devolvieron los prisioneros que habían hecho a los romanos y pidieron que les permitieran rescatar los que los romanos les habían hecho. El senado mandó que les entregasen sin rescate los que se guardaban en las cárceles públicas, pero a los que se encontraban en poder de particulares no les permitieron regresar a Cartago sino después de haber pagado rescate a sus amos, rescate que debía pagar el fisco más bien que los mismos cartagineses.
Guerra contra los faliscos
Los cónsules Quinto Lutacio y Aulo Manlio marcharon contra los faliscos, cuya capital era en otro tiempo una de las ciudades más ricas de Italia.
El pódcast de mitología griega
Los dos cónsules terminaron esta guerra en seis días; mataron quince mil hombres, y a los que quedaban les concedieron la paz después de despojarles de la mitad de su territorio por los confines romanos.