A continuación tienes la transcripción (algo modernizada y modificada para AcademiaLatin.com) de la traducción de Sobre los hombres ilustres de Cornelio Nepote de la mano de Agustín Muñoz Álvarez (1753-1823) hasta Timoteo (inclusive); a partir de Datames, es la traducción de Rodrigo de Oviedo (1746-1816).
- Milcíades
- Temístocles
- Arístides
- Pausanias
- Cimón
- Lisandro
- Alcibíades
- Trasíbulo
- Conón
- Dion
- Ifícrates
- Cabrias
- Timoteo
- Datames
- Epaminondas
- Pelópidas
- Agesilao
- Eumenes
- Foción
- Timoleón
- Sobre los reyes
- Amílcar
- Aníbal
- Marco Porcio Catón
- Tito Pomponio Ático
Prefacio del autor
Dedica Nepote la obra al célebre Tito Pomponio Ático, cuya vida veremos al fin. Se hace cargo de que no parecerá bien a la mayoría de los lectores el que, escribiendo las vidas de tan grandes hombres, se detenga en referir varias menudencias. Pero satisface a este reparo diciendo que algunas cosas que la costumbre hace apreciar o desestimar en unos países la costumbre contraria las hace desestimar o apreciar en otros, como lo prueba con varios ejemplos.

Más sobre Cornelio Nepote
Yo no dudo, Ático (1), de que habrá muchos que juzguen este género de escrito (2) de poca gravedad, y no muy digno del carácter (3) de los hombres grandes, cuando lean, referido (4), quién enseñó la música a Epaminondas, o que se cuenta entre sus buenas prendas que bailó airosamente y que tocó muy bien la flauta (5).
Pero estos serán, por lo común, los que, careciendo de instrucción en la historia griega, nada juzgarán buen, sino lo que convenga con sus costumbres. Mas si estos advierten que no son honestas o torpes para todos unas mismas cosas, sino que todas las cosas se juzgan por los estilos de sus mayores (6), no se admirarán de que yo, al referir las acciones heroicas de los griegos, haya seguido sus costumbres (7).
Y a la verdad, a Cimón, varón ilustre de los atenienses, no le fue indecoroso estar casado con una hermana carnal (8), pues sus ciudadanos usaban de esta misma costumbre (9). Mas esto entre nosotros se tiene por un delito enorme. En Grecia es de alabanza para los jovencitos tener muchos amantes. En Lacedemonia no hay viuda ninguna tan noble que no vaya al teatro asalariada (10). Fue muy alabado (11) en toda Grecia el ser proclamado uno vencedor en Olimpiadas (12) y el salir a las tablas y servir de diversión al pueblo a nadie fue indecoroso entre aquellas gentes. Todas estas cosas entre nosotros se reputan unas por infames y otras por bajas y distantes de la honestidad.
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Al contrario, hay muchas cosas bien vistas entre nosotros que entre ellos se juzgan indecorosas. Porque ¿quién de los romanos se avergüenza de llevar a su mujer a un convite? ¿O qué madre de familia no tiene su habitación en las primeras viviendas de la casa y anda entre la concurrencia? Esto sucede muy al revés en Grecia, pues ni asiste a ningún convite, como no sea de los parientes, ni habita sino en la parte más interior de la casa, que se llama gyneconítis (13), adonde nadie se acerca a no ser algún pariente cercano.
Pero no me permite dilatarme más tanto el tamaño del volumen (14) como la prisa por ir tratando lo que he empezado (15). Y así vamos al asunto y escribamos en este libro las VIDAS DE LOS EXCELENTES GENERALES.
Notas del prefacio
(1) Habla nuestro autor con su gran amigo Tito Pomponio Ático, varón muy instruido que vivió en tiempo de Julio César y Octaviano, y cuya vida escribió, que corre impresa al fin de las de los generales griegos.
(2) Este modo que yo observo de escribir contando o menudencias al parecer despreciables o cosas que algunos tendrán por indecorosas y ajenas de la dignidad y carácter de los varones ilustres de que hablo.
(3) No correspondiente al carácter.
(4) Que se refiere (el relatum del texto es pleonasmo).
(5) Y que supo tocar muy bien la flauta.
(6) Sino que de todas se ha de formar juicio con respecto a los usos y costumbres reinantes de cada pueblo.
(7) Me haya atenido a sus costumbres.
(8) Hermana de padre, pero no de madre.
(9) Tenían esta costumbre.
(10) Que tenga reparo en salir a hacer un papel en el teatro, y esto por el interés.
(11) Fue de mucha gloria.
(12) En los Juegos Olímpicos, que se hacían en honor de Zeus Olímpico en Olimpia, ciudad de Grecia en el Peloponeso.
(13) Gynaiconîtis es una palabra griega que significa ‘habitación de la mujer’. Véase a Vitruvio 6.10.
(14) Lo dilatado de la obra.
(15) Como la prisa que tengo por empezar ya a tratar lo que he tomado a mi cargo.
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Prólogo
Este prólogo corresponde a la 3.ª edición de Vicente Salvá.
Cornelio Nepote fue coetáneo de Cicerón, con quien tenía correspondencia epistolar, según se infiere de una de las cartas del orador romano a Ático. De su intimidad con el último habla el mismo Nepote en la vida que de aquel nos ha dejado escrita.
El que pertenezca a la mejor época de la lengua latina, y que estuviera conexionado con los sujetos más visibles de aquel tiempo, son noticias de mayor importancia para nosotros que saber si nació en Hostilia, aldea de Verona, o en otra parte de Italia, pues lo que principalmente nos interesa es poder mirar como bien castiza la dicción de las pocas obras que de él han llegado hasta nosotros.
La única que se ha conservado bastante completa es la titulada Vidas de los grandes capitanes, que abraza las de veintidós generales esclarecidos, griegos y cartagineses, habiéndose perdido las de los romanos, que sin duda se hallaban a continuación. Solo nos queda una breve reseña de los reyes de Persia y Grecia, que va ahora en el capítulo XXI; un epítome hecho por el mismo Nepote de otra vida más larga que había publicado anteriormente, de Marco Porcio Catón, y la interesantísima de Tito Pomponio Ático, a quien están dedicadas las otras: ambas cierran el presente volumen. No han debido entrar en él los pocos fragmentos diminutos de este autor.
La destreza con que supo reunir en un pequeño cuadro las hazañas de estos claros varones, pintando con imparcialidad sus buenas prendas y sus defectos; tejiendo, cuando la narración lo requiere, la historia de los acontecimientos memorables en que intervinieron, y formando un juicio atinado de todas sus acciones; recomienda este libro no menos que la pureza y concisión de su estilo. Este es además bastante fácil, y la lectura de aquel, la más propia para entretener la curiosidad de los jóvenes, contribuyendo al mismo tiempo a su instrucción.
No es, pues, extraño que en todos los países y en todos tiempos lo hayan puesto en manos de los que se dedican al estudio de la lengua latina; ni que sean tantos los que han procurado allanar su comprensión, ya anotándole, ya por medio de traducciones. Entre nosotros hizo lo primero con bastante acierto el padre Francisco Javier Idiáquez (1711-1790), de la compañía de Jesús, quien prefijó un resumen a cada capítulo en la edición hecha en Villagarcía el año de 1758, la que he tenido a la vista.
Se suprimieron estos sumarios, de cuya utilidad me haré cargo después, en las varias reimpresiones que con ligeros cambios se repitieron en Valencia y en otras ciudades de España, tanto en la presente centuria como en la anterior; si bien los hallo reproducidos en la sexta edición de Madrid de 1828. Sobre estas notas formó las suyas don Alfonso Gómez Zapata, aumentándolas hasta tal punto que nos da en ellas traducido casi por entero a Nepote; y por último don Rodrigo de Oviedo publicó una traducción completa de este autor, creyendo hacer en ello un servicio a la juventud estudiosa.
Estoy tan distante de su modo de pensar (conviniendo conmigo cuantos se dedican en Europa a la buena enseñanza de las lenguas muertas) que nada recomendaré con mayor eficacia a los preceptores sino que quiten de las manos de sus discípulos las versiones de los autores en que los ejerciten. Basta que se les dé una idea en globo del asunto del capítulo, y que se les quiten las grandes dificultades, para que ellos con estos auxilios y el del diccionario saquen la traducción más ajustada a la letra que les permita la índole de nuestra lengua.
Así lo he procurado hacer por medio de los sumarios y de las notas, en las que he aclarado las frases o pasajes que presentaban alguna oscuridad, separándome empero lo más que he podido de la traducción literal, por ser esta la que los maestros deben exigir especialmente de los alumnos. Si saben el significado de cada palabra latina de una frase, no les será difícil expresar el pensamiento de un modo análogo a nuestro idioma. He aquí también el motivo por que he reservado para el fin del volumen las correspondencias de algunas voces usadas por Cornelio Nepote.
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He redactado de nuevo los sumarios, y en las notas, si bien he aprovechado las del padre Idiáquez, las de Zapata y aun la versión de Oviedo, cuando se halla el trabajo hecho a mi gusto, me he separado de ellos en muchos pasajes, y estos son en general los que ofrecen mayor tropiezo.
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Para que esta edición presentase todavía mayor aliciente a los muchachos, la he adornado con seis retratos de los principales personajes, cuyas vidas refiere Nepote, no hechos caprichosamente, según tantas veces lo han practicado sus editores, sino sacados de bustos antiguos de mármol que se conservan en los museos de Italia y de Francia. Con igual fin se han añadido las viñetas que representan armaduras, carros, naves, etc., de los tiempos en que florecieron los caudillos de que se habla en el presente libro.
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El pódcast de mitología griega
Sobre Cornelio Nepote
Lo siguiente es la breve vida de Cornelio Nepote que aparece en la cuarta edición de Rodrigo de Oviedo.
Vivió Cornelio Nepote en tiempo del dictador Julio César y del emperador Octaviano. No se sabe el año de su nacimiento, ni están de acuerdo los autores sobre dónde, aunque la opinión más común pretende que sea Verona.
La íntima amistad de Cornelio con Tito Pomponio Ático, perfecto modelo de un hombre sabio, prudente y virtuoso, declara bastantemente que le cabía a él gran parte de estas bellas cualidades.
La pureza en el latín de esta obra demuestra bien que su autor floreció en el siglo de Augusto y, por consiguiente, que se engañaron los que la atribuyeron a Emilio Probo, que solo fue el librero que la copió y dedicó a Teodosio.
Es lástima que no hayan llegado a nosotros otras obras que escribió Cornelio, como consta de varios pasajes de esta y de algunos testimonios de otros escritores.
Fuentes
Las biografías I-XIII (desde Milcíades hasta Timoteo) están disponibles en la edición de Muñoz Álvarez (1753-1823) en Archive.org; por el momento no he podido localizar las restantes del mismo traductor (si es que existen). La 4.ª edición (1817) de Rodrigo de Oviedo está completa en Google Books (también en la web de la BNE). Prefiero trabajar en lo posible con la edición de Muñoz Álvarez porque incluye buenas notas aclaratorios para el traductor neófito y la traducción me parece menos artificiosa (aunque a veces también tiene lo suyo).
Las introducciones a cada personaje las he tomado de esta 5.ª edición (1817) no traducida, disponible en Google Books, de Alfonso Gómez Zapata (3.ª edición de 1798 en Google Books); el prólogo, los resúmenes y las ilustraciones, de esta edición (1857) no traducida en Google Books de Vicente Salvá (1786-1849).
Las diversas ediciones enlazadas tienen nombres diversos, pero todas ellas son el De viris illustribus, que aquí simplemente llamamos Sobre los hombres ilustres. Se encuentran todas en dominio público.