A continuación tienes uno de los personajes de los Hombres ilustres de Nepote, texto transcrito, modernizado, etc., por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com a partir de diversas fuentes.
El siguiente vídeo incluye una grabación de todas las Vidas (voz artificial); puedes usarlo a modo de audiolibro si te apetece. Inmediatamente después, un poco más abajo, tienes todo el texto.
Cimón, célebre comandante de Atenas, hijo de Milcíades, hizo temibles las armas de los atenienses en muchas batallas, y especialmente en la que ganó a los persas cerca del río Eurimedonte en el año tercero de la olimpiada 77. Murió en la expedición de la isla de Chipre y sitio de la ciudad de Cicio en el año cuarto de la olimpiada 82.
Capítulo I
Cimón, muy joven, tiene que reemplazar en la cárcel a su padre, que había muerto sin haber podido satisfacer una multa. Habiéndola pagado Calias, es puesto Cimón en libertad.
Cimón, hijo de Milcíades, fue natural de Atenas. Padeció muchos trabajos al principio de su mocedad, pues, no habiendo podido su padre pagar al pueblo la multa que le habían impuesto, y muerto por esta causa en la cárcel pública, Cimón se hallaba en la misma prisión y no podía ser puesto en libertad, según las leyes de los atenienses, sin haber pagado el dinero en que su padre había sido multado.
Estaba casado con una hermana suya de padre llamada Elpínice, llevado no tanto del amor como de la costumbre de su patria, pues es lícito a los atenienses casarse con las hijas de su mismo padre.
Cierto Calias, no tan noble como adinerado, que había adquirido mucho dinero de las minas, deseoso de casarse con esta, trató con Cimón para que se la diera por mujer: que, si alcanzaba esto, pagaría por él el dinero.
Desechando Cimón esta condición, dijo Elpínice que ella no permitiría, pudiéndolo evitar, que un hijo de Milcíades muriese en una cárcel pública, y que se casaría con Calias, como cumpliese lo que había prometido.
Aprende latín y griego antiguo desde cero al mejor precio con esta oportunidad única. Aprovecha el combo latín & griego antiguo por 399 € para siempre.
Accede a las futuras ampliaciones con textos largos, actividades concretas, etc. Un solo pago, acceso para siempre, sin suscripciones recurrentes.
Capítulo II
Elevación pronta de Cimón, pues sus prendas civiles y militares le granjean la estimación general. Victorias que alcanza, y su rigor contra los habitantes de la isla de Esciro.
Libre Cimón de la cárcel de este modo, llegó pronto a ser uno de los principales, pues tenía bastante elocuencia, mucha liberalidad y gran instrucción, tanto en el derecho civil (1) como en el arte militar, por haber andado desde niño en los ejércitos con su padre, por lo que tuvo de su mano la gente del pueblo y pudo mucho en el ejército con su autoridad.
Primeramente, siendo general, puso en huida junto al río Estrimón un ejército numeroso de tracios. Fundó la ciudad de Anfípolis y envió a ella una colonia de diez mil atenienses. Él mismo (2) segunda vez venció y tomó una escuadra de doscientas naves de ciprios y fenicios junto a Micale; y en el mismo día tuvo la misma fortuna en tierra, pues, tomadas las naves de los enemigos, desembarcó inmediatamente sus tropas, y con un solo ataque destruyó un número muy crecido de bárbaros.
Apoderándose con esta victoria de un gran botín, al volver a su casa, habiéndose rebelado algunas islas por el rigor del mando: a las que se mantenía en la obediencia las confirmó, y a las que se habían separado las obligó a volver a su deber. Hizo evacuar la isla de Esciro, que entonces habitaban los dólopes, por haberse portado contumaces: echó de la ciudad y de la isla a los antiguos moradores y repartió las tierras entre los nuevos habitantes.
Abatió solo con su llegada a los tasios, confiados en su opulencia. Con el botín de estos hermoseó la fortaleza de Atenas, por la parte que mira al mediodía.
Capítulo III
Envidia de los atenienses contra Cimón, a quien destierran. Pesarosos de haberlo hecho, le llaman para que acuda al socorro de su patria. Reconcilia a los lacedemonios con los atenienses, conquista la mayor parte de la isla de Chipre y muere en esta expedición.
Con esto siendo el más visible en la ciudad, incurrió en el mismo odio que su padre y los demás principales de los atenienses, por lo que fue condenado a destierro por diez años por los votos de las tejillas, que ellos mismos llaman ostracismo; pero de este hecho primero se arrepintieron los atenienses que él mismo, porque, habiendo él cedido con fortaleza de alma al odio de los ingratos ciudadanos, y habiéndoles declarado la guerra los lacedemonios a los atenienses, se notó luego la falta de su conocido valor, y así fue restituido a su patria a los cinco años después de haber sido desterrado.
Cimón, teniendo tratado de hospitalidad con los lacedemonios y juzgando mejor que estos y sus ciudadanos estuviesen en amistad, que el que disputasen con las armas, partió de su voluntad a Lacedemonia y ajustó la paz entre estas dos poderosísimas ciudades.
Y no mucho después, enviado de general a Chipre con doscientas naves, y habiendo sujetado la mayor parte de esta isla, asaltado de una enfermedad, murió en la ciudad de Cicio.
Histori(et)as de griegos y romanos

Lo más probable es que ames el latín, el griego, el mundo clásico en general...
Si te gustan los griegos y romanos, el mundo antiguo y las historias, historietas y anécdotas… tengo histori(et)as de griegos y romanos para ti.
Cada día recibirás un correo con una histori(et)a de griegos al principio y más tarde de romanos. Las lees en menos de cinco minutos.
Capítulo IV
Su muerte es llorada por los atenienses. Raros ejemplos de su liberalidad con todos.
Los atenienses echaron de menos a este por mucho tiempo, no solo en la guerra, sino también en la paz. Fue ciertamente de tanta liberalidad que, teniendo heredades y huertas en muchos sitios, jamás puso en ellas guardas para que guardasen los frutos, porque a nadie se le impidiera el que se aprovechase de lo que quisiese.
Siempre le siguieron criados con dinero, para tener que dar inmediatamente, si alguno necesitaba de su auxilio, porque no pareciese que lo negaba, si lo difería. Muchas veces, viendo a algún desdichado mal vestido, le dio su misma capa. Todos los días se le hacía prevención de comida, de suerte que llevaba convidados (1) a todos los que veía en la plaza, que nadie los había convidado, lo que ningún día dejaba de hacer.
A nadie le faltó su palabra; a nadie, su favor personal; a nadie, su hacienda. Enriqueció a muchos, y a muchos pobres muertos, que no habían dejado con qué enterrarse, los enterró a su costa. Portándose de este modo, no es de admirar que su vida haya sido tranquila, y su muerte, sentida.
Notas
Capítulo II
(1) En el gobierno político.
(2) También.
Capítulo IV
(1) Que pudiese llevar a su casa convidados.