A continuación tienes uno de los personajes de los Hombres ilustres de Nepote, texto transcrito, modernizado, etc., por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com a partir de diversas fuentes.
El siguiente vídeo incluye una grabación de todas las Vidas (voz artificial); puedes usarlo a modo de audiolibro si te apetece. Inmediatamente después, un poco más abajo, tienes todo el texto.
Conón, general de los atenienses, desconfiando del buen éxito de la guerra del Peloponeso, se retiró a la isla de Chipre y fue bien recibido por Evágoras, rey de Salamina. Ganó a los lacedemonios muchas islas y ciudades y la batalla de Enida, en la cual perdieron a su capitán Pisandro el año seguindo de la olimpiada 96. No se sabe qué fin tuvo. Sócrates dice que fue llevado a Artajerjes y que este le quitó la vida.
Capítulo I
Conón empezó a mandar en la guerra del Peloponeso, en la que hizo importantes servicios por mar y por tierra. Toma Feras y, mientras estaba ausente del ejército, Lisandro derrota a los atenienses.
Conón, natural de Atenas, entró en el gobierno de la república en la guerra del Peloponeso, y en esta fue muy interesante su persona, pues mandó en calidad de general los ejércitos de tierra y, encargado de la escuadra, hizo grandes hazañas por el mar.
Por estas causas se le hicieron honores especiales, pues gobernó él solo todas las islas, en cuyo mando tomó Faras, colonia de los lacedemonios. Era también general al fin de la guerra del Peloponeso, cuando Lisandro derrotó el ejército de los atenienses junto al río Egos; pero entonces estuvo él ausente, y por esto salió mal la cosa: porque él era un general hábil en el arte militar, y activo, y así nadie dudó entonces de que, si él se hubiera hallado presente, no habrían recibido aquel descalabro los atenienses.
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Capítulo II
Con el fin de auxiliar a su patria procura ganarse la amistad de Farnabazo. Logra inutilizar las medidas tomadas por Agesilao contra los atenienses, y ayuda en cuanto puede a los generales de Artajerjes.
Hallándose en mal estado las cosas de los atenienses, como oyese decir que su patria estaba sitiada, no buscó en donde vivir él seguro, sino de donde pudiese socorrer a sus ciudadanos.
Y así se fue a ver a Farnabazo, sátrapa de Jonia y de Lidia y yerno también y pariente del rey, con quien consiguió con mucho trabajo y muchos peligros tener mucha cabida, pues, como, después de vencidos los atenienses, no permaneciesen los lacedemonios en la alianza que habían hecho con Artajerjes y hubiesen enviado a Agesilao a Asia a hacerle la guerra, instigados principalmente por Tisafernes, que, siendo uno de los amigos íntimos del rey, se había separado de su amistad y había hecho liga con los lacedemonios, para hacer la guerra a este (1), nombraron general a Farnabazo, pero en realidad quien mandó el ejército fue Conón, y todo se hizo a su voluntad.
Este embarazó mucho al consumado general Agesilao y se opuso muchas veces a sus designios (2), y no dejó de estar claro (3) que, si no hubiera estado allí Conón, Agesilao le hubiera quitado al rey Asia hasta el monte Tauro (4). Después que fue retirado a su casa Agesilao por sus ciudadanos por haberles declarado la guerra a los lacedemonios los beocios y los atenienses, andaba, no obstante, Conón entre los gobernadores del rey, y a todos ellos les servía de mucha utilidad.
Capítulo III
Siendo muy difícil persuadir al rey de que se le había rebelado Tisafernes, de quien tantos servicios tenía recibidos, es enviado Conón para acusarle. Lo ejecuta por escrito, no queriendo sujetarse a las ceremonias necesarias para hablar con el rey, por mirarlas como degradantes para un ateniense.
Tisafernes se había rebelado contra el rey, y esto no estaba tan manifiesto al rey como a los demás (1), porque por sus muchos y grandes méritos tenía valimiento con el rey, aun cuando no permanecía en su deber; y no es de admirar que no se inclinase fácilmente a creerlo, teniendo presente que por él había vencido a su hermano Ciro.
Farnabazo envió a Conón al rey para acusar a Tisafernes: luego que llegó, se presentó, lo primero, según costumbre de los persas a Titraustes, capitán de la guardia, que tenía el segundo lugar en el mando, y le manifestó que quería hablar al rey, pues a nadie se da entrada sin esto.
Titraustes le contestó a Conón: «No hay dificultad, pero resuelve tú, si quieres más hablarle bocalmente, o tratar por escrito, lo que piensas: porque es indispensable, si te pones en su presencia, que veneres al rey», lo que ellos llaman adorar (2).
Entonces replicó Conón: «A mí, ciertamente, no me es molesto tributar al rey cualquier honor, pero me temo no sea en deshonor de mi nación si, habiendo venido de una ciudad que ha acostumbrado a dar leyes a las demás naciones, uso más bien de la costumbre de los extranjeros que de la suya (3). Y así le dio por escrito lo que quería decir al rey.
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Capítulo IV
Encarga Artajerjes a Conón la guerra contra los lacedemonios, quienes, temiendo su pericia, juntan una poderosa armada y confían su mando a Pisandro, pero son derrotados en un combate decisivo para la libertad de toda Grecia. Conón reedifica los muros del Pireo y de Atenas, y reparte entre sus compatriotas el dinero que le había regalado Farnabazo.
El rey, enterado de esto, le movió tanto la autoridad de Conón que tuvo por enemigo a Tisafernes y mandó hacer guerra a los lacedemonios, y le permitió a Conón (1) elegir al que quisiese para la distribución del dinero (2).
Conón dijo que esta elección no era de resolución suya (3), sino del mismo rey, que debería conocer muy bien a los suyos; pero que le aconsejaba que diese este encargo a Farnabazo. De aquí (4), habiéndosele hecho grandes regalos, fue enviado al mar (5) para exigir a los ciprios y fenicios y demás ciudades marítimas naves largas (6) y juntar una escuadra con que pudiese en el próximo verano asegurar el mar, habiéndosele dado por compañero a Farnabazo, como él lo había querido.
Luego que llegó la noticia de esto a los lacedemonios, trataron la cosa con mucho cuidado, juzgando que amenazaba una guerra más peligrosa que si disputasen solo con el bárbaro, pues veían que había de mandar las fuerzas del rey y pelear contra ellos un general esforzado y sabio, a quien no podían ser superiores ni en ciencia ni en número de tropas.
En esta inteligencia juntan una gran armada y parten (7), siendo el general Pisandro. Conón, habiéndolos acometido junto a Cnido, los puso en fuga después de una gran batalla: les toma muchas naves y muchas más las echa a pique. Con esta victoria quedó libre no solo Atenas, sino también toda Grecia, que había estado bajo la dominación de los lacedemonios.
Conón volvió a su patria con parte de las naves. Procuró que se reedificaran las dos murallas: las de Atenas y las del Pireo, que habían sido arruinadas por Lisandro; y regaló a sus ciudadanos cincuenta talentos de dinero que había recibido de Farnabazo.
Capítulo V
Intenta recobrar Jonia y Eolia para los atenienses, pero por falta de reserva llega este proyecto a noticia de Tiribazo, el cual le llama con engaño y le pone en prisión, sin que se sepa de fijo si murió en ella o si logró escaparse.
A Conón le sucedió lo que a los demás hombres, que fue más inconsiderado en la prosperidad que en la adversidad, pues, vencida la armada de los del Peloponeso, y juzgando haber vengado ya las injurias hechas a su patria, aspiró a más de lo que pudo hacer, bien que estas cosas no dejaron de ser piadosas y laudables, por haber querido más que se aumentasen las fuerzas de su patria que las del rey, pues, habiéndose granjeado gran autoridad con la batalla naval, que había dado junto a Cnido, no solo entre los bárbaros, sino también entre todas las naciones de Grecia, empezó a procurar ocultamente restituir a los atenienses Jonia y Eolia.
No habiéndose ocultado esto, Tiribazo, que tenía el gobierno de Sardes, llamó a Conón, suponiendo que le quería enviar al rey. Obedeciendo él con mucha prontitud a esta orden, luego que llegó fue puesto en prisión, en la que estuvo algún tiempo.
Algunos han dejado escrito que le condujeron al rey, y que allí murió. Por el contrario, el historiador Dinón, a quien damos más crédito en orden a las cosas de Persia, ha escrito que se escapó de la prisión; lo que duda es esto: si sucedió sabiéndolo Tiribazo o ignorándolo.
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Notas
Capítulo II
(1) A Agesilao.
(2) Frustró muchas veces sus planes.
(3) Y nadie dudó.
(4) Aquella parte del Asia que se extiende hasta el monte Tauro.
Capítulo III
(1) Quien era el único que lo ignoraba.
(2) προσκυνεῖν proskuneîn es presente de infinitivo del verbo griego que significa ‘adorar incando la rodilla en tierra’.
(3) Más bien del ceremonial de los extranjeros que del suyo.
Capítulo IV
(1) Y dejó a disposición de Conón.
(2) Para que corriese con los gastos de la guerra.
(3) No le tocaba a él.
(4) Después de esta conferencia.
(5) A la costa.
(6) De guerra.
(7) Se hacen a la vela.