A continuación tienes uno de los personajes de los Hombres ilustres de Nepote, texto transcrito, modernizado, etc., por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com a partir de diversas fuentes.
El siguiente vídeo incluye una grabación de todas las Vidas (voz artificial); puedes usarlo a modo de audiolibro si te apetece. Inmediatamente después, un poco más abajo, tienes todo el texto.
Ifícrates, general de los atenienses, hizo guerra a los de Tracia y Lacedemonia. Fue muy fiel y benigno en su trato. Ejercitó principalmente esta fidelidad con Eurídice, abuela de Alejandro Magno, la que, muerto su marido Amintas, se había refugiado con Ifícrates llevando consigo sus dos hijos. No se sabe en qué tiempo murió; solo sí que vivía en el año primero de la olimpiada 106.
Capítulo I
Ifícrates fue de los mejores generales de su tiempo y de los anteriores. Introdujo en el arte militar novedades muy útiles, tanto en las armas ofensivas como en las defensivas.
Ifícrates, natural de Atenas, fue célebre no tanto por la grandeza de sus hechos como por su instrucción en el arte militar, porque fue un general tan consumado que no solo le comparaban con los principales de su tiempo, sino que ninguno de los pasados era antepuesto a él (1).
Se versó mucho en la guerra: mandó muchas veces ejércitos; jamás se perdió acción por culpa suya; siempre venció por su talento; y fue en este tan aventajado que, muchas cosas en el arte militar, unas las inventó de nuevo y otras las mejoró, pues mudó las armas de los soldados de a pie, usándose, antes de que él fuese general, escudos muy grandes, picas cortas y espadas pequeñas.
Y él por el contrario introdujo la pelta [escudo en forma de media luna; la parma, otro de figura redonda] en lugar de la parma, por lo cual los soldados de a pie se llamaron «peltastas», para que estuviesen más ágiles para las evoluciones y ataques; duplicó el tamaño de las picas; y las espadas las hizo más largas. También mudó la clase de cotas, y en lugar de las de hierro y de bronce las dio de lino, con lo cual dejó más desembarazados a los soldados, pues, quitado el peso, proporcionó cosa que igualmente defendiese el cuerpo y fuese más ligera.
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Capítulo II
Hace guerra a los tracios y mantiene siempre en el ejército la más severa disciplina, lo que le proporciona repetidas victorias. Por su gran reputación pide Artajerjes a los atenienses que se lo envíen para confiarle el mando de sus tropas extranjeras. Obliga a Epaminondas a levantar el sitio de Esparta.
Hizo guerra a los tracios: restableció en su reino a Seutes, aliado de los atenienses. Mandó el ejército junto a Corinto con tanta severidad que jamás hubo en Grecia tropas ni más ejercitadas ni más obedientes a las órdenes de sus jefes, y las acostumbró de modo que cuando el general hacía la señal para el combate, sin el trabajo de este, se ponían tan bien ordenadas que parecían haber sido colocados uno por uno por un jefe muy instruido.
Con este ejército cortó la Mora [la Mora era un cuerpo de tropas de los lacedemonios, que peleaban a pie firme en formación, muy apiñados; su número no se sabe con certeza, pues se cuenta de 500, 700 y 900] de los lacedemonios, cosa que fue muy celebrada en toda Grecia. Otra vez puso en fuga en la misma guerra sus tropas.
Cuando Artajerjes determinó hacer guerra al rey de Egipto, les pidió a los atenienses a Ifícrates para general, a quien encargar el ejército a sueldo, cuyo número era de doce mil; a esta tropa la instruyó de manera en toda la ciencia militar que, como en otro tiempo se llamaron «fabianos» los soldados romanos, del mismo modo los ificratenses fueron muy alabados entre los griegos.
Habiendo ido también Ifícrates al socorro de los lacedemonios, detuvo la rapidez de Epaminondas, pues los tebanos, a no haberse acercado la llegada de Ifícrates, no se habrían apartado de Esparta hasta haberla tomado y destruido con el fuego (1).
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Capítulo III
Fue grande en todo, si bien algunos aseguran que no era fuerte para las fatigas de la guerra. Protege a los hijos de Amintas. Muere muy anciano después de haber sido absuelto en un juicio que se intentó contra él. Respuesta notable de su hijo.
Fue Ifícrates de gran alma y cuerpo, y de una presencia de general, que solo con su aspecto infundía a cualquiera admiración de sí; pero en el trabajo, muy flojo, y poco sufrido, según escribe Teopompo; pero buen ciudadano, y de mucha fidelidad, lo que manifestó tanto en otras cosas como principalmente en la protección de los hijos de Amintas de Macedonia, pues, muerto Amintas, Eurídice, madre de Pérdicas y de Filipo, se acogió con estos dos hijos a Ifícrates y fue defendida con el poder de este (1).
Vivió hasta la vejez, aplacados para con él los ánimos de sus ciudadanos (2). Solo una vez defendió (3) en causa capital en la guerra social juntamente con Timoteo, y salió absuelto en este juicio. Dejó un hijo llamado Menesteo de una natural de Tracia, hija del rey Cotis.
A este, preguntándole que a quién estimaba más, si a su padre o a su madre, respondió que a su madre. Y pareciendo esto cosa admirable a todos (4), les dijo: «Pues con razón lo hago, porque mi padre, cuanto estuvo de su parte, me hizo tracio, y mi madre, por el contrario, ateniense».
Notas
Capítulo I
(1) No le tenían por inferior a ninguno de los pasados.
Capítulo II
(1) Y haberla reducido a cenizas.
Capítulo III
(1) Este le defendió con su poder.
(2) Sin que en este tiempo sus ciudadanos hubiesen tenido el más leve disgusto con él.
(3) Tuvo que defenderse.
(4) Y admirándose todos de esta respuesta.