A continuación tienes uno de los personajes de los Hombres ilustres de Nepote, texto transcrito, modernizado, etc., por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com a partir de diversas fuentes.
El siguiente vídeo incluye una grabación de todas las Vidas (voz artificial); puedes usarlo a modo de audiolibro si te apetece. Inmediatamente después, un poco más abajo, tienes todo el texto.
Pausanias, capitán lacedemonio, fue hijo de Cleómbroto. Venció a Mardonio, general de los persas, junto a la ciudad de Platea en el año segundo de la olimpiada 75.ª. Los éforos de Lacedemonia le descubrieron una conjuración contra su patria y quisieron apresarle, pero él se refugió en un templo de Minerva. Los éforos le tapiaron las puertas, y allí murió de hambre; otros dicen que de enfermedad natural el año tercero de la olimpiada 76.ª.
Capítulo I
Las muchas virtudes y vicios de Pausanias. Célebre victoria que alcanza, con la que se llena de orgullo. Quiso perpetuar la memoria de este hecho en una inscripción puesta en el trípode que consagró a Apolo Délfico, la cual borraron los lacedemonios.
Pausanias de Lacedemonia fue un hombre grande, pero vario en todo género de vida (1), pues, así como brilló por sus virtudes, del mismo modo fue oscurecido por sus vicios. Es muy célebre su batalla en Platea, pues, mandando él las tropas, Mardonio, sátrapa real, medo de nación y yerno del rey, el más esforzado y hábil de todos los persas, con doscientos mil infantes que había escogido uno por uno y veinte mil caballos, fue ahuyentado de Grecia por un ejército no tan grande y murió en aquella batalla el mismo general.
Ensoberbecido con esta victoria, empezó a maquinar muchas cosas y a aspirar a cosas mayores, pero lo primero que se le desaprobó fue el haber puesto en Delfos (2) un trípode de oro del botín, grabada en él una inscripción en que había esta sentencia: «Que bajo su mando habían sido batidos los bárbaros en Platea, y que con motivo de esta victoria había hecho aquel presente a Apolo» (3).
Los lacedemonios rayeron estos versos y no escribieron otra cosa sino los nombres de aquellas ciudades con cuyo auxilio habían sido vencidos los persas.
Aprende latín y griego antiguo desde cero al mejor precio con esta oportunidad única. Aprovecha el combo latín & griego antiguo por 399 € para siempre.
Accede a las futuras ampliaciones con textos largos, actividades concretas, etc. Un solo pago, acceso para siempre, sin suscripciones recurrentes.
Capítulo II
Expedición de Pausanias, que le sale prósperamente. Tomada Bizancio, da libertad bajo mano a todos los prisioneros de distinción, enviándolos con una carta al rey Jerjes. Habiendo excitado con esto las sospechas de los lacedemonios, le llaman, le imponen una multa y no le vuelven a confiar el mando de la armada.
Después de esta batalla, enviaron al mismo Pausanias con la escuadra combinada a Chipre y al Helesponto para que expulsara de aquellas regiones las guarniciones de los bárbaros. Habiendo tenido la misma felicidad en esta empresa, empezó a portarse con más orgullo y a aspirar a cosas mayores, pues, como tomada Bizancio, hubiese hecho prisioneros a muchos sujetos principales de los persas, y entre ellos algunos deudos del rey, los envió a Jerjes ocultamente, aparentando que se habían huido de la cárcel pública, y con estos envió también a Góngilo de Eretria para que le entregase al rey una carta, en la cual refiere Tucídides que iban escritas estas cosas (1):
Pausanias, general de Esparta, habiendo llegado a entender ser parientes tuyos los que había hecho prisioneros en Bizancio, te los envía graciosamente y desea emparentar contigo. Así, si te parece, te pide que le des en matrimonio a tu hija. Si esto lo hicieres, te promete poner bajo tu obediencia, ayudándole tú, a Esparta y lo demás de Grecia; y si quisieres que se trate algo sobre este particular, procura enviarle algún sujeto de confianza con quien hable.
El rey, muy alegre por la libertad de tantos hombres y tan allegados suyos, envió inmediatamente a Artabazo con una carta para Pausanias, en la cual le alaba y le pide que no omita diligencia alguna para llevar al cabo lo que le promete: que, si así lo hace, nada le negará de cuanto le pida.
Pausanias, conocida la voluntad del rey, estimulado más para poner en ejecución la cosa, se hizo sospechoso a los lacedemonios. En esto, llamado a su casa (2) y acusado de pena capital (3), fue absuelto, pero se le multó en dinero. Por este motivo no le volvieron a enviar al ejército.
Capítulo III
Vuelve Pausanias por su voluntad al ejército, donde procede estrafalaria y pérfidamente, por lo que le llaman los lacedemonios y le juzgan; pero, no pudiéndose probar los delitos de que le acusaban, sale de la cárcel, aunque sin borrar las sospechas que de él tenían.
Pero él por su propia iniciativa volvió al ejército no mucho después, y allí, con su conducta, nada reservada, sino como de un loco, manifestó sus designios, porque no solo mudó las costumbres de su patria, sino aun el trato y vestido.
Tenía un tren de rey y vestía al uso de los medos: le seguían guardias medios y egipcios; comía, según costumbre de los persas, con tanto lujo que no podían soportarlo los que estaban a su lado; no daba entrada para hablarle a los que la pedían; respondía con altanería y mandaba con crueldad; no quería volver a Esparta; y se había retirado a Golonas, que es un pueblo en el territorio de la Tróade, en donde tomaba medidas dañosas tanto a su patria como a él.
Después que supieron esto los lacedemonios, le enviaron comisionados con una carta en que, según la costumbre de ellos, iba escrito que, si no se volvía a la ciudad, le condenarían a muerte.
Conmovido con este aviso y teniendo esperanza de que con su dinero y poder podría librarse también de aquel peligro que le amenazaba, se volvió a la ciudad. Luego que llegó allí, fue puesto en la cárcel pública por los éforos, pues a cualquier éforo le es permitido, según sus leyes, hacer esto aun con el rey. Con todo, se libró de eso, pero no por ello estaba libre de la sospecha, pues permanecía la opinión de que tenía él alianza con el rey.
Hay cierta clase de hombres, que se llaman ilotas, de los cuales una gran multitud cultiva los campos de Lacedemonia y hace el oficio de esclavos. A estos también se creía que solicitaba con la esperanza de la libertad, pero, por no estar manifiesto ningún delito de estas cosas (4) de que se le pudiese convencer, juzgaban que no se le debía formar causa, solo por sospechas, a un hombre de tanto mérito y tan ilustre, sino aguardar a que la misma cosa por sí se descubriese.
Histori(et)as de griegos y romanos

Lo más probable es que ames el latín, el griego, el mundo clásico en general...
Si te gustan los griegos y romanos, el mundo antiguo y las historias, historietas y anécdotas… tengo histori(et)as de griegos y romanos para ti.
Cada día recibirás un correo con una histori(et)a de griegos al principio y más tarde de romanos. Las lees en menos de cinco minutos.
Capítulo IV
Entrega Pausanias una carta para Artabazo a Argilio, quien, abriéndola y viendo su contenido, la pone en manos de los éforos. Estratagema de que estos se valen para adquirir mayores pruebas acerca del delito de Pausanias.
En este intermedio cierto joven llamado Argilio, a quien, cuando niño, había amado Pausanias, habiendo recibido de este una carta para Artabazo, y entrando en sospecha de que iría escrita en ella alguna cosa de él, por no haber vuelto ninguno de los que habían ido con semejante comisión al mismo lugar (1), rompió la atadura de la carta y, quitado el sello, conoció que hubiera perecido si la hubiera llevado.
Se contenían en la misma carta las cosas que pertenecían a lo que estaba convenido entre el rey y Pausanias. Argilio entregó esta carta a los éforos. No se debe pasar en silencio en este lugar la gravedad de los lacedemonios, pues ni aun con este indicio se movieron a prender a Pausanias; ni juzgaron que debían usar la fuerza hasta que él mismo se manifestase (2). Y así le ordenaron a este delator lo que querían que se hiciese.
Hay en Ténaro un templo de Neptuno, el cual juzgan los griegos un delito execrable el violarlo. A este lugar se refugió el delator; se sentó en el altar. Junto a este hicieron una bóveda debajo de tierra desde la cual se pudiese oír, si alguno hablaba alguna cosa con Argilio. Bajaron aquí algunos de los éforos.
Pausanias luego que oyó que Argilio se había refugiado al templo, fue allá sobresaltado, y, viéndole sentado sobre el altar implorando la protección del dios, le pregunta cuál era la causa de aquella tan repentina resolución. Él le descubre lo que había averiguado por la carta. Tanto más sobresaltado Pausanias, le empieza a rogar que no descubriese su delito ni perdiese a un hombre tan benemérito de él (3); que, si le hacia esta gracia y le salvaba metido en tantos peligros (4), le daría un gran premio.
Capítulo V
Tratan los éforos de prender a Pausanias al volver a la ciudad y, recelándolo este, se retira al templo de Minerva. Tapian los éforos la puerta para que así perezca. Le sacan medio muerto del templo, y expira. Trasladan sus huesos al lugar en que había muerto.
Los éforos, enterados ya de estas cosas, juzgaron más acertado prenderle en la ciudad, adonde, habiendo partido ellos y volviendo Pausanias a Lacedemonia, aplacado Argilio, según creía, en el camino, estando ya a punto de ser prendido, conoció por el semblante de un éforo, que quería avisarle, que le ponían asechanzas.
Y así se entró corriendo en el templo de Minerva, que se llama Calcieco, pocos pasos antes que los que le seguían. Para que no pudiese salir de aquí, tapiaron los éforos inmediatamente las puertas de este templo y demolieron el techo para que muriese más pronto estando al raso.
Se dice que la madre de Pausanias vivía por este tiempo, y que esta, siendo ya avanzada de edad, luego que supo la maldad de su hijo, llevó ella entre los primeros una piedra a la entrada del templo para que le encerrasen. De este modo Pausanias manchó con una muerte afrentosa su gran gloria de la guerra (1).
Este, habiendo sido sacado del templo medio muerto, expiró inmediatamente, cuyo cadáver, diciendo algunos que era menester que le llevasen a enterrar al mismo lugar adonde eran conducidos los que habían sido ajusticiados, desagradó a los más y le enterraron lejos de aquel sitio en que había muerto. De allí posteriormente (5) fue desenterrado por respuesta del dios de Delfos (3) y sepultado en el mismo lugar en donde había muerto.
Notas
Capítulo I
(1) Pero inconstante en su conducta de vida.
(2) En el templo de Apolo de Delfos.
(3) Traducidos al castellano palabra por palabra dicen: «Pausanias, general de los griegos, habiendo batido al ejército de los medos (o persas), dedicó esta memoria a Febo (Apolo).
Capítulo II
(1) Cuyo contenido, según escribe Tucídides, era este.
(2) Llamado a la ciudad.
(3) Haciéndole consejo de guerra.
Capítulo III
(1) Cuyo contenido, según escribe Tucídides, era este.
(2) Llamado a la ciudad.
(3) Haciéndole consejo de guerra.
(4) Ninguno de estos crímenes.
Capítulo IV
(1) Para Artabazo.
(2) Confesase por sí su delito.
(3) A un hombre que tantos beneficios le había hecho.
(4) Del gran peligro en que se hallaba metido.
Capítulo V
(1) Militar.
(2) Andando el tiempo.
(3) Del oráculo de Delfos.