A continuación tienes uno de los personajes de los Hombres ilustres de Nepote, texto transcrito, modernizado, etc., por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com a partir de diversas fuentes.
El siguiente vídeo incluye una grabación de todas las Vidas (voz artificial); puedes usarlo a modo de audiolibro si te apetece. Inmediatamente después, un poco más abajo, tienes todo el texto.
Timoleón prefirió la libertad de su patria Corinto al amor fraterno, porque hizo dar muerte al tirano Timófanes, hermano suyo. Echó de Siracusa a Dionisio el joven. Derrotó a otros muchos tiranos, celoso siempre de la libertad de las ciudades. Murió en Siracusa el año cuarto de la olimpiada 110.

Más sobre Timoleón
Capítulo I
Timoleón libertó su patria, Siracusa y Sicilia, y fue más cuerdo todavía en la prosperidad que en la desgracia. Cuando su hermano Timófanes se levantó con el mando absoluto, lejos de participar con él de la dignidad real, hizo que se le diese muerte. No todos aprobaron esta heroicidad, y menos que nadie, su madre, lo cual hizo en él una profunda impresión.
Timoleón, natural de Corinto, fue sin duda hombre grande a juicio de todos, porque logró lo que no sé si algún otro pudo conseguir, que fue libertar a la patria que le dio el ser de la opresión de un tirano: sacar a Siracusa, a cuyo socorro le enviaron, de la esclavitud, bajo de la cual gemía ya hacía mucho tiempo; y finalmente restituir con su llegada al estado antiguo a toda Sicilia, de que muchos años atrás estaba padeciendo los daños de la guerra y se veía oprimida por los bárbaros.
Y aunque algunas veces le fue contraria la fortuna, supo proceder (contra lo que comúnmente vemos) con más cordura en la prosperidad que en las desgracias. Y así, cuando su hermano Timófanes, siendo nombrado por general por los corintios, tiranizó a su patria con el auxilio de las tropas extranjeras, Timoleón, pudiendo participar de la dignidad real, estuvo tan lejos de acompañarle en su delito que prefirió la libertad de sus compatriotas a la vida de su mismo hermano, y tuvo por mejor obedecer a las leyes de su patria que mandarla.
Con este modo de pensar hizo dar muerte al tirano su hermano, valiéndose para esto de un adivino, pariente de ambos, por estar casado con una hermana de ellos de padre y madre, porque él no solo no quiso manchar sus manos en la sangre fraterna, sino que ni aún quiso verla derramar; y así, mientras se le daba muerte, se estuvo lejos de allí en el cuerpo de guardia para que ninguno de los alabarderos acudiese a su socorro.
Este hecho tan heroico no fue recibido de todos de la misma manera, no faltando quien dijese que había violado la piedad y le quitase por envidia la gloria de su virtuosa acción. Y su madre, después de este suceso, jamás le dio entrada en su casa, le llamaba fratricida e impío siempre que le veía, echándole mil maldiciones. Esto hizo en él tanta impresión que algunas veces estuvo por quitarse la vida y huir con la muerte de parecer entre los hombres ingratos.
Aprende latín y griego antiguo desde cero al mejor precio con esta oportunidad única. Aprovecha el combo latín & griego antiguo por 399 € para siempre.
Accede a las futuras ampliaciones con textos largos, actividades concretas, etc. Un solo pago, acceso para siempre, sin suscripciones recurrentes.
Capítulo II
Enviado Timoleón contra Dionisio, que se había apoderado de Siracusa, se contentó con expulsarle de toda Sicilia, sin quererle matar, aunque pudo hacerlo, en atención a que había socorrido muchas veces a los corintios. Puso en fuga a Icetas, el cual aspiraba también a la tiranía, e hizo prisionero a Mamerco, que acudió en socorro suyo.
En este intermedio mataron a Dion en Siracusa y volvió a apoderarse Dionisio de la ciudad. Sus contrarios pidieron socorro a los corintios y un capitán que mandase las tropas. Habiendo sido enviado allá Timoleón, con increíble felicidad echó al tirano de toda Sicilia. No le quiso matar, aunque podía; antes le facilitó el retiro a Corinto, en atención a que los dos Dionisios habían socorrido muchas veces a los corintios, y quería Timoleón corresponder agradecido a aquel beneficio, fuera de que pensaba que no se podía llamar esclarecida aquella victoria en que no se hacía más lugar a la clemencia que a la crueldad, y también quería que no solo se oyese, sino también se viese con los ojos a quien había vencido, y a qué extremo había reducido a un tan gran rey.
Después que Dionisio se retiró de Sicilia, tuvo guerra Timoleón con Icetas, que había hecho oposición al tirano; mas aunque le veía ya echado de toda la tierra, no por eso quiso dejar las armas, en lo que manifestó que no las había tomado por aborrecer la tiranía, sino antes bien porque él aspiraba a ella.
Timoleón le venció y después puso en fuga junto al río Crimeso un grueso ejército de cartagineses, haciéndoles contentarse con que no se les inquietase en la posesión de África, siendo así que tenían ya, hacía mucho tiempo, la de Sicilia. También hizo prisionero a un capitán italiano llamado Mamerco, muy guerrero y poderoso, el cual había venido a Sicilia en socorro de los tiranos.
Capítulo III
Timoleón tuvo tal cuidado en llamar nuevos colonos, repartirles los bienes de los muertos, establecer buenas leyes y destruir las fortificaciones levantadas por los tiranos, que Sicilia le miró más como un fundador suyo que como un capitán que le hubiese hecho la guerra. Pudiendo levantarse con el mando supremo, prefirió retirarse a su casa y vivir como un particular, conducta que le granjeó el aprecio y estimación universal.
Después de estas victorias, viendo que tan dilatadas guerras habían dejado yermas regiones y aún también ciudades, buscó en primer lugar a todos los naturales del país que pudo encontrar; después, porque los corintios habían sido los primeros pobladores de Siracusa, trajo de Corinto colonos. Restituyó todos sus bienes a los ciudadanos antiguos, repartió entre los nuevos las posesiones que habían quedado sin dueño por haber muerto en la guerra, reparó los muros de las ciudades desmanteladas y los templos, que estaban arruinados, y restituyó a las ciudades sus leyes y liebrtad.
Dejó toda la isla tan sosegada y pacífica después de una guerra tan sangrienta que más parecía Timoleón el fundador de todas aquellas ciudades que los que trajeron los primeros colonos de Corinto.
Arruinó desde los cimientos la fortaleza que Dionisio había fortificado para dominar Siracusa; demolió también las demás fortificaciones de los tiranos, y procuró que no quedase rastro de la servidumbre.
Hallándose Timoleón tan poderoso que podía hacerse soberano, aunque no quisieran, y siendo por otra parte tan amado de todos los sicilianos que ninguno lo rehusaría, con todo eso, quiso más ser amado que temido, y así, en cuanto pudo, hizo dejación del mando, pasando el resto de su vida en Siracusa como particular, en lo cual obró con mucho juicio, porque consiguió por la vía del amor cuanto echó los otros reyes por la del poder.
No menos ningún honor, ni se tomó resolución en cosa alguna, sin saber antes el parecer de Timoleón; no solo no prefirieron jamás el consejo de otros al suyo, sino que ni aun le compararon con él. Y no debió esto más al afecto que le tenían que a su prudencia.
Histori(et)as de griegos y romanos

Lo más probable es que ames el latín, el griego, el mundo clásico en general...
Si te gustan los griegos y romanos, el mundo antiguo y las historias, historietas y anécdotas… tengo histori(et)as de griegos y romanos para ti.
Cada día recibirás un correo con una histori(et)a de griegos al principio y más tarde de romanos. Las lees en menos de cinco minutos.
Capítulo IV
Pierde la vista siendo viejo, pero lo llevó en paciencia y no dejó por eso de asistir a las juntas populares. Ni en ellas ni en otra ocasión alguna se vanaglorió de sus hazañas, atribuyéndolas a los dioses y a su buena fortuna.
Siendo Timoleón de edad avanzada, perdió la vista sin enfermedad alguna. Llevó este trabajo con tanta paciencia que nadie le oyó quejarse, ni dejó por eso de atender, como antes, a los negocios del común y particulares. Cuando había junta del pueblo en el teatro, iba allá en una litera por su falta de vista, y desde ella daba su parecer, sin que ninguno lo atribuyese a soberbia, porque jamás salió de su boca palabra altanera o vanagloriosa; antes bien: cuando oía los elogios de sus hazañas, nunca dijo otra cosa sino que daba con el corazón y con la boca las más rendidas gracias a los dioses por haber querido encomendarle a él, y no a otro, el alivio de Sicilia, cuando fue su voluntad poner remedio a sus males, porque creía que todos los sucesos humanos sucedían por disposición divina, y así había hecho en su casa un oratorio a la fortuna y le miraba con el mayor respeto.
Capítulo V
Además de su bondad natural, concurrió a acreditarle el haber tenido la suerte de ganar batallas muy señaladas en el día de su cumpleaños. Cuando los del pueblo se exasperaban contra alguno que se atrevía a hablar de él o de sus hazañas, Timoleón los contenía diciendo que en eso cabalmente veía cumplidos sus votos de que todos los sicilianos pudiesen emitir libremente su opinión. Fue sepultado a expensas del público con un numeroso acompañamiento.
Acompañaron la excelente bondad de este hombre algunas circunstancias maravillosas. Ganó las batallas principales en el día de su nacimiento, de donde se originó que toda Sicilia tuviese por festivo este día.
Tamestio, cierto hombre desvergonzado y que agradecido, quiso en una ocasión hacerle dar fianza de comparecer en juicio, diciendo que quería ponerle demanda. Acudieron muchos que querían echarle las manos y enfrenar así su demasía; mas Timoleón les pidió que no hiciesen tal, diciéndoles que él había padecido los mayores trabajos y se había expuesto a los mayores riesgos, con el fin de que Tamestio y los demás pudiesen hacer aquello, y que entonces parecía que gozaban de libertad, cuando todos podían demandar en justicia lo que quisiesen.
También en otra ocasión otro tal como Tamestio, llamado Demeneto, en una junta del pueblo comenzó a decir mal de sus hazañas, haciendo algunas invectivas contra Timoleón, mas él no dio otra respuesta que decir que ya finalmente habían oído los dioses inmortales sus oraciones, en que siempre les había pedido que restituyesen tan entera libertad a los siracusanos, que pudiese cualquiera impunemente hablar sobre lo que quisiese.
Murió Timoleón, y le sepultaron a expensas del público en el gimnasio llamado de su nombre Timoleonteo, celebrando sus exequias toda Sicilia.