A continuación tienes la transcripción (revisada, modernizada y mínimamente modificada para AcademiaLatin.com) de la traducción de las Noches áticas de Aulo Gelio (más sobre él, aquí) de la mano de Francisco Navarro y Calvo. Se conserva prácticamente completa, salvo el libro VIII, del que solo se conserva el índice.
Libro I
- De las medidas y cálculos que empleó el filósofo Pitágoras, según Plutarco, para determinar la estatura de Hércules mientras vivió entre los hombres
- De cómo el ilustre Herodes Ático cita, a propósito de un joven altivo y jactancioso, que pretendía ser filósofo, un pasaje en que el estoico Epicteto distingue jocosamente al verdadero estoico de la multitud de desvergonzados habladores que se dicen estoicos
- Del acto dudoso a que apeló Quilón de Lacedemonia para salvar a un amigo; sobre la delicada cuestión, digna de grave examen: si hay faltas que podamos permitirnos en interés de un amigo; opinión de Teofrasto y de Cicerón acerca de este asunto
- De la sagacidad y sutileza con que interpretaba Antonio Juliano un pasaje de Marco Tulio Cicerón, en el que un cambio de palabras producía ingenioso equívoco
- En el que se refiere que Demóstenes se vio objeto de burlas y ultrajantes censuras por el nimio cuidado que mostraba en sus ropas y aspecto exterior, y que Hortensio, por igual cuidado de su adorno y por los gestos de histrión que hacía en la tribuna, recibió el nombre de la bailarina Dionisia
- Párrafo de un discurso que dirigió a los romanos Metelo Numídico, durante su censura, para exhortarlos al matrimonio; por qué atacaron este discurso y cómo lo defendieron
- De cómo no hay falta de texto ni de lenguaje en estas palabras de Cicerón, que se encuentran en la oración quinta por Verres: Hanc sibi rem praesidio sperant futurum, habiéndose hecho mal en alterar los buenos textos para poner futuram; se citan otras locuciones de Cicerón, igualmente mal corregidas; algo sobre el extraordinario cuidado de Cicerón sobre la armonía y número oratorio
- Historia que se encuentra en los libros del filósofo Soción, acerca de Demóstenes y de la cortesana Lais
- Del método y orden de la enseñanza pitagórica: cuánto tiempo debían callar los discípulos y cuándo podían hablar
- De qué manera apostrofó Favorino a un joven filósofo que afectaba hablar como los antiguos
- De cómo, según un pasaje de Tucídides, los lacedemonios avanzaban en el campo de batalla no al son de la trompeta, sino del de la flauta; cita del pasaje; de cómo, según Heródoto, el rey Haliates llevaba consigo instrumentistas al marchar al combate: con este motivo, observaciones sobre la flauta que sostenía a Graco cuando hablaba en público
- De las condiciones, edad y nacimiento, ritos y ceremonias con que el pontífice máximo tomaba las vestales; qué derecho tiene la vestal en cuanto ha sido tomada; cómo, según Labeón, la vestal no puede heredar de nadie ab intestato, como tampoco se puede heredar ab intestato de ella
- Se examina en filosofía qué es necesario hacer para desempeñar la comisión de que se está encargado y cumplirla siempre literalmente; ¿es posible separarse del encargo si al hacerlo se espera servir mejor a aquel de quien se ha recibido?; diferentes opiniones sobre esta cuestión
- De qué manera contestó Gayo Fabricio, varón insigne por sus gloriosas hazañas, pero que vivía en la pobreza, a los samnitas que, queriendo sacarle de la estrechez, le ofrecieron considerable cantidad de oro
- De cuán inoportuna y despreciable es la locuacidad frívola y vana, y cuán justamente la han censurado en numerosos pasajes los escritores griegos y latinos
- De cómo estas palabras de Cuadrigario, en el libro tercero de sus Anales, ibi mille hominum occiditur, lejos de encerrar una licencia o forma poética, están exactamente conformes con las reglas de la gramática
- Con cuánta paciencia soportó Sócrates el carácter iracundo de su mujer; lo que dice Marco Varrón en una de sus sátiras acerca del deber del marido
- De cómo Marco Varrón, en el libro catorce de De las cosas divinas, descubre un error de etimología cometido por su maestro Lucio Elio; pero Varrón, en este mismo libro, atribuye falsa etimología a la palabra fur (ladrón)
- Historia acerca de los libros sibilinos y de Tarquino el Soberbio
- A qué llaman schemata los geómetras; nombres latinos de las figuras de geometría
- Julio Higinio asegura terminantemente haber leído en un texto de las Geórgicas, que perteneció a la familia de Publio Virgilio, escrito de la siguiente manera este verso: et ora Tristitia tentantum sensu torquebit amaror, y no como generalmente se escribe sensu torquebit amaro
- Acerca de si se expresa correctamente en latín el abogado que, hablando del apoyo que presta a un cliente, dice superesse se ei, significación propia de superesse
- Quién fue Papirio Pretextato y por qué se le dio este nombre; curiosa e interesante historia de Papirio
- Epitafios de los tres poetas antiguos Nevio, Plauto y Pacuvio, compuestos por ellos mismos y grabados en sus sepulcros
- Cómo define Marco Varrón la palabra tregua; minuciosas investigaciones sobre la etimología de esta palabra
- Respuesta que me dio el filósofo Tauro un día que le pregunté si el sabio se encolerizaba
A continuación…
- Libro II
- Libro III
- Libro IV
- Libro V
- Libro VI
- Libro VII
- Libro VIII
- Libro IX
- Libro X
- Libro XI
- Libro XII
- Libro XIII
- Libro XIV
- Libro XV
- Libro XVI
- Libro XVII
- Libro XVIII
- Libro XIX
- Libro XX
Prefacio
Texto introductorio a las Noches áticas escrito por Aulo Gelio antes del libro primero.
Aprende latín y griego antiguo desde cero al mejor precio con esta oportunidad única. Aprovecha el combo latín & griego antiguo por 399 € para siempre.
Accede a las futuras ampliaciones con textos largos, actividades concretas, etc. Un solo pago, acceso para siempre, sin suscripciones recurrentes.
Obras más agradables que esta podrán encontrarse: mi único objeto al componerla ha sido preparar a mis hijos recreos literarios, para cuando, libres de negocios, quieran proporcionar plácido descanso al espíritu. He seguido el orden fortuito de mis apuntes, porque acostumbraba, siempre que leía un libro griego o latino, u oía algo notable, anotar enseguida lo que me llamaba la atención, y conservar de este modo, sin orden ni concierto, apuntes de toda clase; viniendo a ser como materiales que hacinaba en mi memoria, a la manera de almacén literario, con objeto de que, si me ocurría necesitar un hecho o un vocablo y me faltaba el recuerdo, o no tenía a mano el libro necesario, tener medio seguro de encontrarlo enseguida. Así pues, en este trabajo aparece la misma incoherencia de materias que en las breves notas tomadas sn método alguno en medio de mis investigaciones y variadas lecturas.
Habiendo escrito este compendio en las largas noches de invierno en la campiña del Ática, le he dado por título Noches áticas, no imitando el cuidado que los autores de trabajos análogos, en latín o en griego, emplean ordinariamente en la elección de sus títulos; después de reunir muchos conocimientos que forman confusa y variada mezcla, procuran encontrar títulos ingeniosos cuyo sentido corresponda a la naturaleza del libro. Así pues , uno publica Musas; otro, Silvas; este, El velo; el otro, El cuerno de la abundancia; dan por nombre a sus compendios, algunos, La colmena, La pradera, Mis lecturas, Lecturas antiguas, El jardin, Descubrimientos; algunos les llaman Las antorchas, Fárrago, Pandectas, Problemas, El puñal, El puñalito. Otros escriben Recuerdos, La regla de conducta, Pasatiempos, La escuela, Historia de la naturaleza, Historia de toda especie, El prado, El vergel, Lugares comunes. Muchos han publicado Libros de conjeturas, y se han visto, en fin, Epístolas morales, Investigaciones epistolares y hasta Confusas, y otros muchos títulos insinuantes, elegante y atildadamente rebuscados.
Por nuestra parte, sin aparato ni pretensión, según nuestra costumbre, con sencillez familiar y algo rústica, hemos tomado este títudo de Noches áticas, que nos proporcionaba el paraje en que nos encontrabamos y el tiempo de nuestro trabajo, de manera que esta obra dista tanto de las otras por lo agradable del título, como les cede por la pulcritud y elegancia del estilo. Y en último caso, se diferencia también de la mayor parte de las otras por el propósito y la intención. Porque, a la verdad, casi todos esos autores, y especialmente los griegos, han cometido el error de tomar, sin discernimiento ni gusto, de sus numerosas y variadas lecturas, y recopilar desde el primer momento, y como quienes solo atienden a la cantidad, todos los detalles que encontraban; así es que rinden al lector el cansancio y el tedio, antes de que encuentre nada a propósito para deleitar, engalanar el espíritu, o cuyo recuerdo pueda ser útil.
En cuanto a mí, siempre me ha gustado mucho el precepto de Heráclito de Éfeso, famoso sabio que decía: «No es la cantidad de conocimientos lo que enriquece al espíritu». Si asiduamente me he ocupado, y muchas veces hasta el cansancio, en leer o recorrer considerable número de volúmenes, en todos los momentos que podía mermar a los negocios, he recogido muy corto número de extractos, tomando solamente lo que me ha parecido a propósito, por un lado, para inspirar gusto por los conocimientos honestos a los espíritus dueños de su tiempo y en estado de disponer de sí mismos y para llevarles al estudio de las artes liberales por corto y fácil camino; por otro, para preservarles de vergonzosa y grosera ignorancia acerca de la historia y de las letras a los que ocupan otros trabajos.
Si algunos detalles sobre la gramática, la dialéctica o la geometria parecen demasiado minuciosos y sutiles en estos comentarios; si algunas noticias sobre el derecho de los augures y de los pontífices parecen demasiado eruditas, no por eso debe prescindirse de estos pasajes como inútiles o difíciles de comprender; porque no nos hemos entregado a profundas y oscuras investigaciones sobre estos asuntos, y en general nos limitamos a presentar los elementos de las ciencias liberales y aquellos primeros principios cuya ignorancia, si no es perjudicial, por lo menos no es decorosa para persona bien educada.
Histori(et)as de griegos y romanos

Lo más probable es que ames el latín, el griego, el mundo clásico en general...
Si te gustan los griegos y romanos, el mundo antiguo y las historias, historietas y anécdotas… tengo histori(et)as de griegos y romanos para ti.
Cada día recibirás un correo con una histori(et)a de griegos al principio y más tarde de romanos. Las lees en menos de cinco minutos.
Queremos rogar a los lectores, si los hay que tengan tiempo y deseo para enterarse de este trabajo, que cuando encuentren en el algo que ya han aprendido en otra parte, no lo reciban mal y no lo rechacen por la única razón de que no es nuevo; porque ¿habrá algo en la ciencia tan raro y oculto que no lo conozcan algunos? Por otra parte, lo que debe agradar a los lectores es que no les ofrezcamos ningún asunto de los comunes en las escuelas o vulgares en los compendios. Cuando, por el contrario, encuentren cosas completamente nuevas para ellos, les ruego que examinen, sin prevención injusta, si estas modestas y breves lecciones, lejos de ser estériles e inadecuadas para inspirar el gusto del estudio, para interesar e instruir, no son, por el contrario, asaz fecundas para fortalecer y desarrollar el espíritu, para afirmar la memoria, para hacer la elocuencia más flexible y más hábil, más puro el lenguaje, la conversación más agradable y sólida en las reuniones familiares y sabrosas discusiones.
Tal vez se encontrarán pasajes menos claros que otros y no parecerán bastante desarrollados y completos: en estos casos deberá pensarse que no he atendido tanto a instruir al lector como a prevenirlo, y que le señalo únicamente un sendero por donde puede caminar, si le parece bien, con el auxilio de otros libros o siguiendo los pasos de un maestro. Si se cree encontrar errores en algunos asuntos, atribúyanse, si así place, a los autores en quienes me he inspirado; pero no se condene de ligero porque se haya visto tratado el mismo asunto de diferente manera en otra parte, sino que habrán de pesarse con calma las razones y autoridades según las cuales nos hayamos decidido esos autores y yo mismo.
Finalmente, lo que deseo, sobre todo, es que aquellos que jamás se han entretenido en leer, escribir y comentar, que nunca han velado, como nosotros, para dedicarse al estudio, que siempre han permanecido extraños a las investigaciones, a los trabajos, a las discusiones y a las nobles luchas de los amantes de la ciencia, que están completamente entregados a sus pasiones y a sus negocios; que esos hombres prescindan de las Noches y busquen en otra parte placeres de otro género. Conocido es el antiguo proverbio: «Nada hay común entre la música y el grajo; no se ha hecho la mejorana para el cerdo».
Y, para irritar más todavía la malignidad y la envidia de esos espíritus groseros, citaré algunos versos anapestos de un coro de Aristófanes; y la ley que aquel festivo poeta imponía a los espectadores de su comedia, la daré yo a los lectores de este compendio con objeto de apartar y alejar al vulgo ignorante del culto de las musas. He aquí los versos en que el poeta da el decreto:
Que guarden silencio, que se retiren lejos de este coro los que no están iniciados en nuestros secretos y cuya alma no está pura; los que nunca han visto ni celebrado jamás los misterios de las musas. Que se alejen, que se alejen, lo repito otra vez , que se alejen de este coro. En cuanto a vosotros, comenzad los cantos у los regocijos nocturnos que convienen a esta fiesta.
He escrito hasta hoy veinte libros de comentarios. En los días que plazca a los dioses concederme todavía, todo el tiempo que me dejen el cuidado de mis asuntos domésticos y la educación de mis hijos, todas las horas de que pueda disponer las dedicaré a continuar este compendio de recuerdos y comentarios. Si los dioses lo permiten, el número de estos libros crecerá con el de mis días, cualquiera que sea la duración del tiempo que me quede de vida; y no deseo que se prolongue mi vida sino mientras me encuentre en estado de dedicarme a estos trabajos. He reunido aquí, ante los ojos de los lectores, todos los títulos puestos a la cabeza de los capítulos y el libro en que cada uno está colocado (1).
Nota
(1) El índice está arriba de esta misma página (por completar).
Fuente
El texto es la traducción Francisco Navarro y Calvo. La he transcrito, revisado y le hecho algunas modificaciones y actualizaciones para su publicación en AcademiaLatin.com. Los escaneados de la edición de 1893 están disponibles en Google Books (tomos I y II).