Publio Siro o Publilio Siro fue un autor de época de Julio César, que se ha transmitido esencialmente a través de sentencias. Puedes leer más sobre él.
Todos estamos igualmente cerca de la muerte.
Espera de otro lo que tú le hagas.
Que tus lágrimas aplaquen la cólera de quien te ama.
Quien discute con un ebrio lucha con un ausente.
Mejor es recibir la injuria que inferirla.
El menor ruido puede causar un desastre.
Quien apresuradamente hace dos cosas a la vez no hace bien ni una ni otra.
Quien se apresura a juzgar se arrepentirá muy pronto.
El mal se supone enseguida.
Es adúltero quien ama con demasiada pasión a su esposa.
Difícilmente corregirás lo que dejas pasar por costumbre.
El préstamo de pequeña cantidad hace un agradecido; de una grande hace un enemigo.
La edad oculta al impúdico; la edad le descubre.
Una deuda es para el hombre libre cruel esclavitud.
No nos pertenece lo que es objeto de nuestros deseos.
Preferimos los bienes de otros, que a su vez prefieren los nuestros.
Cada cual tiene en una cosa más talento que en otra.
No cifres tu regocijo en la desgracia ajena.
El amante irritado se miente mucho a sí mismo.
El amante, como la antorcha, arde más si se le agita.
El amante sabe lo que desea, pero no ve lo prudente.
Las sospechas del amante son los sueños del hombre despierto.
No hay castigos para los juramentos de amor.
La cólera de los amantes renueva su amor.
El amor es fruto de la juventud y vergüenza del viejo.
Ama a tu padre, si es justo; si no lo es, sopórtale.
Si no sabes soportar los defectos de tu amigo, formas los tuyos.
Reconoce los defectos de tu amigo: no los odies.
Al soportar los defectos de tu amigo, formas los tuyos.
Se falta a los amigos en proporción de lo que no se tiene.
La amistad nos encuentra o nos hace iguales.
La amistad siempre es útil; el amor suele ser perjudicial.
El único lazo de amistad es la confianza.
La desgracia nos pone de manifiesto si tenemos un amigo o solamente su imagen.
No es permitido ofender al amigo ni en broma.
Perder al amigo es la mayor de las pérdidas.
No es pérdida aquella que se ignora.
El amor no puede ocultarse: puede extinguirse.
El amor no puede aliarse con el temor.
El amor es objeto de inquieta ociosidad.
El amor, como las lágrimas, brota en los ojos y cae en el pecho.
El tiempo, y no la voluntad, pone término al amor.
El amor que causa la herida la cura.
Todos preguntamos: «¿Es rico?»; nadie: «¿Es virtuoso?».
En mesa pequeña ofrecen menos peligro los manjares.
El amor comienza, pero no puede terminar cuando se quiere.
Nada debe creerse de un ánimo irritado.
El sabio será dueño de sus pasiones; el loco, su esclavo.
El dinero es un bien cuando la razón gobierna.
En la elección de marido, la mujer casta consulta la razón y no sus ojos.
El espíritu enfermo se da en espectáculo a la multitud.
El ánimo viril consigue todo lo que se propone.
El ánimo que sabe temer sabe elegir los caminos más seguros.
No ha vivido mucho tiempo el viejo necio si no ha existido mucho tiempo.
Cuando juega la mujer anciana, hace reír a la muerte.
Cuando es francamente mala la mujer, es buena.
Del árbol caído hace leña quien quiere.
El arco pierde su fuerza por la tensión; el espíritu, por la flojedad.
No entra por nada el arte en los acontecimientos cuyo resultado ha producido la casualidad.
Necesario es tener fija la vista en lo que no se quiere perder.
Continua severidad pierde su efecto.
El valor crece con la audacia; el temor, con la indecisión.
Lo que pudo darse puede también arrebatarse.
Toma una flauta si no puedes pulsar la lira.
Donde persuade el oro, no puede nada la elocuencia.
La mujer ama o aborrece: no tiene término medio.
La conformidad hace fuertes a corazones débiles.
¿Qué mal puede desearse al avaro sino prolongada vida?
Fácilmente cogerás al avaro si no lo eres tú mismo.
El dinero no sacia, sino irrita, los deseos del avaro.
Ningún lucro satisface al corazón avaro.
El avaro se aflige por la pérdida más que el sabio.
El avaro mismo es causa de su desgracia.
El avaro no hace nada bien más que morir.
Nadie debe ser codicioso, y menos todavía el anciano.
Frecuentemente ha resultado mal un proyecto bien concebido.
Por olvidarse, los buenos pensamientos no mueren.
Duerme bien quien no siente que duerme mal.
Gózase oportunamente un placer cuando al mismo tiempo se disipa un dolor.
Dinero útilmente perdido es el que el culpable da a su juez.
Feliz es el que muere cuando quiere.
La buena fama es segundo patrimonio.
Por la beneficencia es por lo que nos acercamos más a los dioses.
Solamente los malos y los necios creen que los beneficios se dan.
Quien sabe devolver los beneficios recibe muchos más.
No olvides jamás el beneficio recibido; olvida en el acto el que has hecho.
La gratitud es aguijón para el bienhechor.
Recibir beneficio es vender la libertad.
Recibe beneficio quien lo concede al que lo merece.
Quien no sabe conceder beneficio no puede pedirlo.
Cuando se obliga al digno, se obliga a todos.
Socorrer pronto al desgraciado es socorrerlo dos veces.
Pide beneficio el que se alaba de haberlo concedido.
Beneficiar con frecuencia es enseñar a hacer beneficios.
El pariente más próximo es el bienhechor.
El hombre benéfico hasta busca motivos para dar.
Es morir dos veces morir por voluntad de otro.
Es obligar dos veces salir al encuentro de la necesidad.
La felicidad pasada redobla la desgracia presente.
Es morir dos veces perecer por las propias armas.
Dos veces eres culpable si prestas auxilio al culpable.
Dos veces vence quien se vence en la victoria.
La dulzura, y no la autoridad, hace amable a Venus.
La piedad se prepara grandes socorros.
La navegación es buena con buenos compañeros.
La buena fama conserva hasta en la oscuridad el brillo que le es propio.
Buena es la muerte para el hombre a quien libra de los males de la vida.
Si la razón gobierna, el dinero es útil.
No hay momento dichoso para un hombre que no sea fatal para otro.
La buena opinión de los hombres es bien más seguro que el dinero.
Los bienes que sobrevienen agobian al que no sabe soportarlos.
Útil es la vergüenza que preserva del peligro.
Pésima es la costumbre de las cosas buenas.
Propio es del hombre honrado no engañar a nadie ni aun en la muerte.
Aumenta su malicia el que imita el lenguaje de la bondad.
En el bueno la severidad está muy cerca de la justicia.
La miseria del generoso es vergüenza de los hombres de bien.
Pronto se disipa la cólera del bueno.
Conveniente es asegurar la nave con dos anclas.
Bueno es dirigir a los enemigos hasta buenas palabras.
Conveniente es ver por la desgracia ajena lo que se debe evitar.
Puede impedirse el bien, pero no aniquilarlo.
El buen ánimo herido se irrita con más furor.
La bondad no es jamás complaciente con el error.
La vida es corta en sí misma, pero las desgracias la prolongan.
Hasta el recuerdo de la cólera es breve cólera.
Ciegos son los ojos cuando el espíritu está distraído.
Al desear cuernos el camello, perdió las orejas.
No hay peligro para aquel que vigila hasta en la seguridad.
La casta esposa, al obedecer a su marido, le manda.
La desgracia que ha pasado frecuentemente delante de ti podrá alcanzarte alguna vez.
Guárdate de considerar amigo a quien no hayas experimentado.
Debes estar siempre prevenido con el que una vez te engañó.
En ninguna ocasión debe abandonarse la prudencia.
Las cicatrices de la conciencia son heridas.
Más pronto llega el peligro cuando se le desprecia.
Pronto recobra el fuego su naturaleza propia.
Pronto se evita la falta cuando nos arrepentimos de cometerla.
La gloria del soberbio se trueca muy pronto en ignominia.
La alegría de los malvados pronto se convierte en su pérdida.
El olvido es defensa contra la guerra civil.
Obliga a irritarse al que amas, si quieres ser amado.
Obliga rogando el superior que ruega.
El amable compañero vale por carruaje en el camino.
El naufragio consuela a los que lo sufren juntos.
La conformidad de ánimos es el parentesco más próximo.
Oye a tu conciencia más que a tu opinión.
Considera lo que debes decir y no lo que piensas.
Mejor es triunfar por la razón que por la cólera.
Muchos encuentran consejo, pero el prudente lo aprovecha.
Soportamos los vicios a que estamos acostumbrados, y no los reprendemos.
El mejor consejero para el hombre es el tiempo.
El desprecio es más sensible para el sabio que el golpe.
El loco siente más el golpe que el desprecio.
Es desagradable tocar a lo que es doloroso.
Apenas tiene fuerza un dios contra quien es feliz.
Se necesita contra el enemigo valor o sencillez.
Contra el imprudente es estupidez la ingenuidad.
Si arrojas muchos dardos, no herirán el mismo blanco.
El que desea la muerte acusa su vida.
La intemperancia del enfermo endurece al médico.
Crueldad es la reconvención en la desgracia.
Cruel es, y no fuerte, el que mata a un niño.
El hombre cruel se alimenta con lágrimas y no se conmueve.
No podrás encolerizarte frecuentemente con alguno sin que alguna vez sea grave tu cólera.
El que en ninguna parte encuentra asilo es un muerto sin tumba.
El que goza de la estimación de todos posee los bienes de todos.
Aquel a quien se promete más de lo que conviene quiere más de lo que se le permite.
Cuando se niega a quien siempre se ha dado, se le manda tomar.
A todo artista se le debe creer en su arte.
La paciencia es remedio para todos los dolores.
El pueblo aborrece la vida de aquel cuya muerte desea.
El mayor consuelo es no tener culpa.
No se vuelve con seguridad a la gracia del enemigo.
Los peores consejeros son el deseo y la ira.
Reconvenciones cuando se necesitan socorros es condenar a morir.
El lenguaje del condenado tiene palabras, pero no fuerza.
Debe llamarse pérdida la ganancia realizada a expensas de la fama.
Rara vez viene la pérdida sino de la abundancia.
El bien que se ha podido dar puede recobrarse.
Del enemigo no debes hablar mal, sino pensar mal.
En la hora décima se encuentran más amigos que en la primera.
Una mujer fea es la mona más hermosa.
Deliberando se aprende la sabiduría.
Con frecuencia desaparece la ocasión mientras se delibera.
Debe deliberarse mucho cuando la resolución es irrevocable.
La lentitud es prudencia cuando se delibera sobre cosas útiles.
Locura es confiarse al error.
Con el auxilio de un dios se navega hasta sobre un mimbre.
Creo que ríen los dioses cuando les invoca el hombre feliz.
Debe despreciarse todo lo que puede perderse.
Las mujeres aprendieron a llorar para mentir.
Un día nos trata como madrastra, y otro, como madre.
Toma lo que te conceda un día, porque otro te lo arrebatará.
Difícil es conservar lo que agrada a muchos.
Difícil oído debe prestarse a las acusaciones.
El día siguiente es discípulo del anterior.
La discordia nos hace más cara la concordia.
Medita todo lo que oigas, y no creas sin pruebas.
Se necesita preparar con mucha antelación la guerra para vencer más pronto.
Dividido, se apaga más pronto el fuego.
El dolor del alma es más grave que el del cuerpo.
Conviene al varón afortunado permanecer en su casa.
El que construye una casa no debe dejarla imperfecta.
Los dones del espíritu y de la fortuna están al alcance de todos.
De la prudencia del general depende el valor de los soldados.
Debes huir hasta de lo que es dulce, si puede convertirse en amargo.
Grato es el recuerdo de los males pasados.
Cuando se vive feliz se está en excelentes condiciones para morir.
Doble es la bondad cuando se le une la prontitud.
Sustraerse a las pasiones es vencer un reino.
De menos carece el mortal que menos desea.
¡Ah!, ¡cuán mísero es el que envejece en el temor!
Se deben al bienhechor los mismos sentimientos que le impulsaron a obrar.
El caballo que corre no necesita acicates.
Conviene quitar el arma y no darla al irritado.
Para la impaciencia, hasta la celeridad es lenta.
Para el diligente, siempre queda algo por hacer.
Oírse censurar y obrar el bien es comportarse como rey.
Igual a la muerte es para el hombre la vida sin gloria.
La solicitud es madre de la inquietud.
La multitud adopta siempre el peor partido.
Hasta la misma desgracia es ocasión de virtud.
Falta o superabunda el pensamiento en los desgraciados.
La paciencia es el puerto de las miserias.
Frecuentemente es un mal acostumbrarse al bienestar.
Hasta un cabello tiene sombra.
Hasta la celeridad es lentitud para el deseo.
El que se aconseja de la buena fe es justo hasta con su enemigo.
Conveniente es cumplir la palabra hasta con el culpable.
El dolor obliga a mentir hasta a los inocentes.
Conviene a veces olvidar hasta quién se es.
A veces conviene olvidar hasta lo que se sabe.
Hasta los que la infieren odian la injuria.
Sana la herida, queda la cicatriz.
Hasta sin ley castiga la conciencia.
El tirano no tiene más que autoridad precaria.
El interés de los hombres es quien ha hecho diosa a la fortuna.
Un profundo disgusto hace más hermosa la reconciliación.
La esperanza de la recompensa es el consuelo del trabajo.
Los defectos ajenos llevan al sabio a corregir los propios.
La caída de lo alto es mucho más peligrosa.
La obra descubre la malicia, pero no es su principio.
Exigua es la parte de vida que empleamos en vivir.
Sufre destierro quien se niega a su patria.
De una choza puede salir un gran hombre.
Las últimas acciones hacen juzgar siempre de las anteriores.
La excesiva facilidad nos hace tocar en la necedad.
Las dignidades crecen con más facilidad que empiezan.
La fortuna hace agradable a quien la oculta a todos.
Callando el hecho, se agrava la acusación.
La calumnia es malévola mentira.
Muchos se cuidan de la forma; pocos, de la conciencia.
El dueño es esclavo en cuanto teme a los que manda.
Confiesa el delito el que huye del juicio.
La felicidad es nodriza de la cólera.
La malicia afortunada es calamidad de los buenos.
Soportando los pesos más graves, se encuentran más ligeros los otros.
Soporta sin quejarte lo que no puede cambiar.
Soporta lo perjudicial para soportar también lo útil.
Debe batirse el hierro mientras esté candente.
Nunca pierde el honor aquel que no lo tiene.
Quien pierde el honor no puede perder ya más.
¿Qué queda para sobrevivir a la pérdida del honor?
La confianza, como la vida, no vuelve a aquel a quien abandona.
Hermoso rostro es muda recomendación.
La fortuna no tiene derechos sobre las costumbres del hombre.
Gran fortuna es gran servidumbre.
La fortuna suele perdonar a los que quiere tratar con mayor dureza.
La fortuna hace necios a los que favorece demasiado.
La fortuna nos vence si no es vencida por completo.
La fortuna no se contenta nunca con un rigor solo.
La fortuna es más útil al hombre que la prudencia.
El favor se inclina del mismo lado que la fortuna.
Cuando la fortuna nos abruma, acaba de seducirnos.
Lo que rompe la fortuna deja un vacío muy grande.
La fortuna presta mucho, pero no da nada.
La fortuna es como el vidrio: brillante, pero frágil.
Los grandes favores de la fortuna no están exentos de temor.
Más fácil es encontrar que conservar la fortuna.
El carácter de cada cual es el obrero de su fortuna.
Existe fraude en recibir lo que no se puede devolver.
Pon freno en tu lengua y más aún a tu vara.
La venganza frecuente solo reprime el odio de pocos.
La frugalidad es pobreza con buen nombre.
En vano se ruega a quien no puede compadecerse.
La paciencia frecuentemente cansada se convierte en furor.
El porvenir lucha por no dejarse adelantar.
No avergonzarse es duplicar la falta.
El gemido indica el dolor, pero no lo extingue.
El noble corcel no se inquieta por el ladrido de los perros.
Sobre la arena toma consejo de sí mismo el gladiador.
El fin del mal presente lleva al futuro.
Disgusta ver recibir con tristeza lo que se da con regocijo.
No perjudica menos la acusación grave por hacerse con ligereza.
Odioso es el juicio cuando no existe prevención.
Odiosa es la prevención cuando no existe juicio.
Peligroso es el enemigo que se esconde en nuestro pecho.
Algunos remedios son peores que el mal.
El ánimo grave no tiene opiniones dudosas.
Grave castigo es el arrepentimiento de lo hecho.
La cólera del hombre honrado es la más terrible.
Fortísimo es el imperio de la costumbre.
El peor de los males es el que se oculta bajo agradable aspecto.
El mal que no se ha experimentado es el más sensible.
Bodas frecuentes dan lugar a la maledicencia.
El discurso lisonjero tiene su veneno propio.
No entres en el consejo si no te llaman.
El que se detiene a medio camino no se extravía por completo.
Mejor es soportar que buscar heredero.
El llanto del heredero es risa disfrazada.
¡Ah!, ¡cuán difícil es conservar la gloria!
¡Ah!, ¡cuán temible es el que no teme la muerte!
La ocasión hace doblegarse a veces hasta al hombre honrado.
La pobreza obliga al hombre a intentar muchas cosas.
No haciendo nada se acostumbra el hombre a obrar mal.
El hombre queda sin regla de conducta a fuerza de imaginar muchas.
El hombre está fuera de sí cuando se entrega a la ira.
No tendría dolor el hombre si no encontrase la fortuna.
El hombre tiene siempre una cosa en la boca y otra en el pensamiento.
El hombre muere tantas veces cuantas pierde a alguno de los suyos.
El hombre está prestado, y no dado a la vida.
Buena fama es segundo patrimonio.
La necesidad es honesta ley del tiempo.
El éxito justifica algunos crímenes.
Prefiero honrada muerte a vida vergonzosa.
Ofendes al honor cuando pides para un indigno.
Impropio es de bien nacidos obrar mal.
Bien haces en perdonar al malvado para perdonar a un hombre de bien.
Honradamente sirve quien sucumbe a los acontecimientos.
Honrada reputación es segundo patrimonio.
Honran al bueno los honores y manchan al malo.
La emulación más honrosa es la que inspira la humanidad.
La caída no puede ser pesada ni peligrosa para el humilde.
El pueblo es fuerte donde las leyes lo son.
Allí está la victoria donde existe la unión.
Cuida que no te odien por causa tuya.
Dos hacen la misma cosa; sin embargo, no es lo mismo.
El perezoso lo es en todo tiempo.
El fuego puede brillar a lo lejos y no quemar nada.
El oro se prueba al fuego; el valor, en las desgracias.
El fuego conserva su calor hasta en el hierro.
Humanitario es perdonar al que recibe el perdón con rubor.
Perdona con frecuencia a los demás, pero nunca te perdones tú mismo.
En el mismo momento que peca se condena el culpable.
¿Quieres tener gran autoridad? Mándate a ti mismo.
El que después de la falta se arrepiente solo peca por imprudencia.
No puedes ser culpable con quien lo fue primero.
En amor, puede más la belleza que la autoridad.
En amor se busca siempre causa de daño.
Siempre es mentirosa la cólera en amor.
Con los desgraciados, hasta la risa es injuria.
Fácilmente es poderosa la injusticia con los desgraciados.
Hasta la vida es sufrimiento para los desgraciados.
Muy agradable es la vida cuando todo se ignora.
El avaro no es bueno para nadie y menos para sí mismo.
En las cosas inciertas la audacia es lo primero.
El gallo es rey en su estercolero.
Cualquiera puede ser piloto en mar tranquilo.
Cometer falta vergonzosa es pecar dos veces.
En amor, lucha siempre el placer con el dolor.
En amor es muy dulce la locura.
Culpable es el apresuramiento para juzgar.
La duda es la mitad de la sabiduría.
Buscar pretextos contra el trabajo es pereza.
Descúbrese la pereza huyendo del trabajo.
La inocencia es la felicidad de los desgraciados.
El inferior conoce todas las faltas del superior.
De ánimo débil es no poder soportar las riquezas.
No hay afrenta para el hombre honrado.
Ofende al honor quien ruega a un indigno.
El ánimo honrado es superior a las palabras de ultraje.
Amargos son los beneficios cuando los acompaña el temor.
Nada peor produce la tierra que el ingrato.
Un solo ingrato perjudica a todos los desgraciados.
Ningún ruego llega al corazón del enemigo.
En la muerte del enemigo no encuentran salida las lágrimas.
Prudente es temer al enemigo, por débil que sea.
Vengarse del enemigo es recibir segunda vida.
Ordinariamente es malévolo el ojo del vecino.
La maledicencia ultraja más todavía que la mano.
Mas fácilmente soportan el ultraje los ojos que los oídos.
Más fácilmente se infiere la injuria que se soporta.
La injuria que dejas sin castigo la cometes tú mismo.
El remedio de las injurias es el olvido.
El que se apresura a socorrer al indigente le socorre dos veces.
A la pobreza faltan pocas cosas; a la avaricia, todas.
El loco los cree a todos insensatos.
La avidez en las riquezas es rica indigencia.
El arco muy estirado fácilmente se rompe.
Comprende lo que es el bien, si quieres practicarlo.
La envidia dice lo que perjudica, no lo verdadero.
La envidia se irrita en secreto, pero como enemiga.
Para soportar la envidia es necesario ser fuerte o dichoso.
Mejor es inspirar envidia que compasión.
Tolerar una falta pequeña es autorizar una grave.
Retener a alguno a pesar suyo es excitarle a partir.
Evita un momento al hombre irritado; mucho tiempo, al enemigo.
Hasta el crimen parece justo a la ira.
Cuanto dice el hombre irritado es acusación.
Cuando el irritado vuelve en sí, se disgusta consigo mismo.
El mortal que tiene menos necesidades tiene menos deseos.
Obra con tu amigo como si creyeras que puede llegar a ser enemigo tuyo.
Puede pasarse siempre por donde otro pasó primero.
Toda virtud queda enterrada si no se divulga su fama.
Agradable es la mancha si la hace la sangre del enemigo.
Nada es agradable sino por el encanto de la verdad.
El juez queda condenado cuando el culpable es absuelto.
Todo lo justo es superior a la injusticia.
El magistrado debe escuchar lo justo y lo injusto.
Dios da al hombre un bien por dos males.
El trabajo mejora los manjares a la juventud.
El herido encuentra lenitivo su dolor en el dolor de su enemigo.
El error se trueca en falta si se sucumbe a él por segunda vez.
Nunca podrán estar de acuerdo al libertinaje y la virtud.
Derramando beneficios en la multitud, hay que perder muchos para colocar uno bien.
La malevolencia aplaudida es intolerable.
No adquiriendo nueva gloria, hasta se pierde la antigua.
La ira olvida siempre la ley.
Muerto el león, le insultan las liebres.
Hasta el gozquecillo quiere morder al león muerto.
El que persigue dos liebres no coge ninguna.
La fortuna es caprichosa, y muy pronto recobra lo que dio.
La necesidad de nacer y de morir es la ley del universo.
La ley ve al hombre encolerizado; este no ve la ley.
El amor del placer triunfa hasta de aquellos cuyo rostro no lo revelan.
El capricho es sello del ánimo cuya regla es la ligereza.
Por capricho y no por juicio tiene razón el hombre ligero.
Da licencia a la lengua cuando buscas la verdad.
Lengua maldiciente es indicio de mal corazón.
El que vive solitario e ignorado es ley de sí mismo.
Las dignidades cargan de ignominia al que no las merece.
Larga vida lleva consigo mil molestias.
Todo lo que el deseo llama está siempre muy lejos.
No puede haber ganancia sin que otro pierda.
A la prodigalidad faltan muchas cosas; a la avaricia, todas.
La naturaleza da herederos más fieles que el testamento.
Mucho puede el que ignora lo que puede la desgracia.
La necesidad es el maestro que mejor enseña a rogar.
El uso es en todo el maestro mejor.
La gran fortuna pide gran corazón.
El olvido es el remedio de la injuria para el corazón magnánimo.
Puede saltarse el manantial de los grandes ríos.
La indignación lleva consigo la prueba del gran crimen.
Mala causa es la que recurre a la compasión.
La indigencia es vergonzosa cuando nace de la abundancia.
Malo es el remedio cuando arrebata algo a la naturaleza.
Falsa felicidad es acostumbrar al bien ajeno.
Muerte miserable es ultraje a la necesidad.
Los caracteres malos nunca necesitan maestro.
Cuando deseas una cosa mala abjuras del pudor.
Se hace mal todo lo que se realiza bajo la fe de la fortuna.
Mal estaría el médico si todos estuviesen bien.
Mandando mal se pierde toda autoridad.
El enfermo se condena cuando nombra heredero al médico.
Triste victoria es la que va seguida del arrepentimiento.
Mal vivirá el que no sepa morir bien.
Se vive mal cuando se cree que se ha de vivir siempre.
Explicar las malas palabras es agravarlas.
El que quiere obrar mal siempre encuentra pretextos.
La malevolencia tiene dientes ocultos.
La malevolencia encuentra siempre pasto en su propia naturaleza.
En proceso…
Fuentes
La traducción al español es de Francisco Navarro y Calvo, que coloca las sentencias al final de su traducción de las Noches áticas de Aulo Gelio (1893); escaneado original en Google Books. Las sentencias en latín pueden consultarse en The Latin Library, cuya fuente es Publilii Syri Sententiae (1869), Leipzig: Teubner, de Eduard Wölfflin (1831-1908). No necesariamente se corresponden todas las frases, ni aparecen en el mismo orden. Yo para AcademiaLatin.com las he copiado, revisado, actualizado y corregido alguna cosa.